EDITORIAL
La fuga de empresas a Aragón
La patronal de la pequeña y mediana empresa pidió ayer a las administraciones leridanas y catalanas que tomen medidas para evitar la fuga de empresas hacia comarcas limítrofes de Aragón. El fenómeno no es nuevo porque se remonta a la última década y lo hemos vivido de cerca porque ha habido un número importante de empresas de Lleida que se han deslocalizado, han ampliado inversiones en Aragón o han trasladado allí parte de sus infraestructuras.
El dato facilitado por Pimec es significativo: el número de empresas ha crecido un 8 por ciento en Aragón en los últimos quince años mientras que en Lleida solo lo ha hecho en un dos por ciento. Más allá de cuestiones políticas que sí pudieron afectar en su momento a grandes corporaciones, en este caso de empresas que se instalan en la Franja, hay que buscar razones logísticas, burocráticas y también estrictamente económicas como costes más baratos o ampliación de mercados.
Los dirigentes de Pimec aludieron a las facilidades administrativas e incluso a las ayudas directas que se conceden por instalarse en localidades de la Franja frente a las trabas que en muchas ocasiones se encuentran para instalarse o ampliar en Lleida. Ciertamente, algunos empresarios leridanos reconocen que les han puesto una alfombra para instalarse en Aragón con facilidades para conseguir terrenos e incluso recalificarlos, mientras llevan tiempo esperando los permisos para poder hacer lo mismo en comarcas leridanas con un marco legal medioambiental y urbanístico mucho más estricto.
Para solucionar esta desigualdad, Pimec propone una comisión mixta de Generalitat, Diputación y Paeria para estudiar e impulsar medidas de contingencia que frenen la marcha de empresas. Hay que valorar cada caso y parece evidente que algunas ampliaciones agropecuarias chocan con normas y moratorias vigentes, pero sí habría que esforzarse por captar inversiones logísticas y de transformación que serían perfectamente viables y tener en cuenta que no son las mismas las necesidades y las disponibilidades de las comarcas de Lleida que las que pueda tener el área industrial de Barcelona, por lo que una cierta flexibilidad podría frenar esta fuga y favorecería la implantación de empresas en Lleida corrigiendo el desequilibrio de los últimos años.
Aunque siempre haya existido la competencia entre territorios para captar empresas, también hay que reclamar una igualdad de oportunidades y más cuando se incentiva con dinero público y en este sentido las administraciones leridanas y catalanas tienen que velar por conseguir un reequilibrio territorial y, si conviene, incentivar también la captación de empresas que se ajusten a su modelo de desarrollo social y económico. Y es evidente que algunas de las empresas que se han instalado en la Franja lo hubieran hecho en Lleida si hubieran encontrado menos trabas y más facilidades.