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EDITORIAL

Política más allá de las manifestaciones

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La celebración de la Diada Nacional de Catalunya retomó ayer la movilización independentista en la calle después del paréntesis que provocaron el pasado año las restricciones vigentes por el coronavirus. La manifestación organizada por la ANC con la colaboración de Òmnium Cultural en Barcelona fue de nuevo masiva, pero a mucha distancia de los registros que llegó a alcanzar antes de la pandemia. Como es habitual, no faltó el baile de cifras, ya que los organizadores estimaron en 400.000 los asistentes y la Guardia Urbana, en 108.000.

Y además, este año se añadió el debate de hasta qué punto esta menor participación es fruto de que todavía es necesario seguir manteniendo medidas preventivas por la Covid –por mucho que desde el pasado viernes estén autorizadas las marchas sin ningún límite de personas– o si es consecuencia de la división y enfrentamientos entre los independentistas. Pero lo que todos los representantes políticos deberían tener claro es que lo más importante es la fuerza de las urnas. Si en los años anteriores el soberanismo no ha conseguido su objetivo de lograr la independencia ni de avanzar claramente hacia ella a pesar de protagonizar movilizaciones históricas, las formaciones partidarias del actual marco político no deberían pensar que esta demanda ya ha pasado a ser minoritaria porque esta vez haya habido menos manifestantes.

Las movilizaciones en la calle siempre pueden servir como termómetro para medir la opinión popular, pero no tanto como los resultados electorales. En los últimos años, los catalanes han tenido la oportunidad de votar en varias ocasiones, y lo cierto es que continúa sin haber una mayoría diáfana. Así que, como señalábamos ayer en esta misma sección, ha llegado la hora de dar una oportunidad al diálogo para intentar buscar una salida a la situación actual, una vez que ha quedado claro que la estrategia de intentar lograr la victoria por aplastamiento del adversario no resulta viable.

Y siempre hay que tener en cuenta que dialogar no significa renunciar a los principios.La vacunación debe ser globalLa evolución de los distintos indicadores denota que la sexta ola de la Covid en Lleida –la quinta en Catalunya– toca a su fin. Esto no significa que la pandemia haya acabado, sino que de momento está bajo control. Y para que siga así y su incidencia sea mínima es necesario que los ciudadanos que se resisten a vacunarse cambien de actitud y que la campaña de inmunización llegue a todos los países del mundo, para lo que es indispensable que los países más ricos cedan vacunas a los más pobres.

De lo contrario, la posibilidad de nuevas mutaciones del virus seguirá siendo una gran amenaza. .

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