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Un supuesto error en la actualización de la configuración del sistema que sustenta Facebook con un fallo en los routers troncales que coordinan el tráfico entre sus centros de datos provocó una caída histórica del gigante de las redes sociales que arrastró a WhatsApp y a Instagram, que estuvieron desaparecidas e inactivas durante casi seis horas.

La interrupción del tráfico de red tuvo un efecto en cascada entre sus centros de datos que se tradujo en una suspensión del servicio y cada vez que alguno de los 2.600 millones de usuarios en todo el mundo intentaba conectarse a su herramienta habitual de relación social e incluso de trabajo recibía el mensaje de error, creando una sensación de aislamiento inédita porque no se había producido un fallo tan gigantesco desde hace trece años, cuando evidentemente no estaba tan generalizado el uso de estas aplicaciones, ni tampoco la dependencia tecnológica en la que estamos sumidos. Desde la empresa se ha descartado que el fallo haya sido consecuencia de un ciberataque y aseguran que no tienen pruebas de que los datos de los usuarios se hayan visto comprometidos por la interrupción del servicio, pero ciertamente esta caída llega en un mal momento para la compañía, porque justamente el mismo día una ingeniera informática de Facebook había denunciado malas prácticas de la compañía, que busca optimizar sus ganancias a costa del beneficio colectivo.

Ya ha sido llamada a testificar ante el Congreso y al mismo tiempo se han abierto causas judiciales en diferentes estados contra Facebook por actividades monopolísticas, absorber a los competidores, opacidad y malas prácticas.

El primer resultado es que las acciones de Facebook bajaron ayer un 5 por ciento, con pérdidas de 60.000 millones de dólares, aunque sigue siendo la quinta marca más valiosa del mundo, según el índice Forbes. Pero más allá de su solvencia, lo trascendente es que el apagón del lunes dejó desconectados a millones de personas y colgadas a miles de empresas que confían en estas redes para articular su teletrabajo.

Representan un gran avance, pero nos han generado una dependencia total de su buen funcionamiento, al margen de que disponen de todos nuestros datos.

Puertas giratorias El fichaje del exconcejal y exdiputado socialista Antonio Miguel Carmona por Iberdrola es una muestra más de las puertas giratorias por las que destacados dirigentes políticos pasan a puestos directivos de grandes empresas.

González, Aznar, Roca Junyent o Atutxa son algunos precedentes de como encuentran refugio en el sector privado tras dejar la política. Y no les fichan solo por su capacidad, pero nadie hace nada por regular el trasvase.

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