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Con la candidatura de los Juegos Olímpicos de invierno parece revivirse la vieja historia tan repetida de vender la piel del oso antes de cazarlo: aún no se conoce el proyecto técnico, ni está formalizada la propuesta ante el Comité Olímpico Español, ni asegurado su respaldo y tampoco evidentemente está garantizada la victoria en el Comité Olímpico Internacional frente a otras candidaturas potentes, pero aquí ya tenemos enfrentamientos entre partidarios y detractores dentro del territorio, estamos a la espera de la consulta en el Pirineo y se percibe un entusiasmo muy dispar entre las comarcas pirenaicas, muy a favor, y la capital que encabeza la candidatura, más escéptica. Y por si faltaban obstáculos, el presidente de Aragón añade otro conflicto institucional con el plantón de última hora a la entrevista concertada con el presidente de la Generalitat donde tenían que abordar la cuestión de los Juegos, entre otras. La decisión de Lambán es difícilmente comprensible porque la argumenta en diferencias importantes en el enfoque, la decide cuando el mismo jueves por la tarde le avisan de que no habrá comparecencia conjunta de los dos presidentes y la justificó ayer con referencias a falta de respeto y a divergencias formales y de contenido.

Que hay diferencias en el planteamiento es evidente porque Catalunya ha planteado una candidatura propia que está abierta a colaboraciones mientras que Lambán reclama que esta colaboración sea en plano de igualdad con un liderazgo compartido entre España, Catalunya y Aragón, tal como planteó al presidente del COE. Es evidente que estamos ante dos proyectos muy diferentes, pero precisamente para abordar estas cuestiones era la reunión de Balaguer: para buscar posibles puntos de acuerdo, para limar asperezas y para trabajar conjuntamente en el proyecto que puede beneficiar a las comarcas pirenaicas de las dos partes. Sorprende que insista en pedir otra reunión cuando es evidente que estas diferencias se mantendrán y aún más si no hablan, como sucedió ayer por “cuestiones formales y de contenido”, que, por lo visto, se centran en la comparecencia conjunta tras la reunión y en el liderazgo compartido.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, no quiso avivar la polémica y reiteró su disposición a dialogar con Lambán para superar diferencias, pero defendiendo que Catalunya acoja el máximo de disciplinas y de pruebas, dentro de un proyecto sostenible y contando con el territorio. No parece fácil que puedan llegar a un consenso porque los planteamientos son muy diferentes y ni Catalunya renunciará al liderazgo de su candidatura ni Aragón parece dispuesto a aceptar un papel de colaborador y a la vista de sus antecedentes y las primeras declaraciones de Lambán sobre falta de respeto parece evidente que hará su propia campaña. Lo malo es que saldrán perdiendo las comarcas del Pirineo y la misma candidatura.

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