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Más de la mitad de negocios de Lleida que tienen relación directa con el público, es decir, tiendas, comercios de alimentación y bebidas, servicios y hostelería, han tenido dificultades para contratar mano de obra cualificada en los seis primeros meses del año. El principal problema radica en la falta de actitud, ya que muchos posibles candidatos a ocupar estos puestos de trabajo no están dispuestos a cumplir las condiciones que requieren estas ocupaciones, ya sea por horarios, dedicación u otras características. Otros hándicaps que impiden incorporarse a estos negocios radican en la falta de formación, de experiencia y de disponibilidad, según refleja una encuesta elaborada por Pimec Comerç.

El estudio no hace sino que reflejar una realidad cada vez más extendida: muchos jóvenes que empiezan a introducirse en el mundo laboral optan por aquella máxima que dice que quieren trabajar para vivir y no vivir para trabajar, sin hacer concesiones a reducir el tiempo dedicado al ocio. Es del todo comprensible, pero será necesario buscar equilibrios. Estos negocios, en muchos casos, tienen carácter familiar (sería uno de cada cuatro) y no tienen asegurado un relevo generacional, en parte por las mismas razones argüidas.

El resumen es que quienes buscan mano de obra tendrán que hacer ofertas más atractivas para fidelizar a sus trabajadores, ya sea con sueldos más que aceptables como con horarios que hagan compatible la conciliación, el descanso y el ocio. Hace años que se augura la llegada de robots para hacernos la vida más fácil pero aún queda mucho para que suplan a los trabajadores en sus ocupaciones.Barbaries en los sanfermines

Y no nos referimos solo al sufrimiento que padecen los toros en los tradicionales encierros y en las posteriores corridas. Hablamos de las agresiones sexuales que se suceden en el marco de esta fiesta y que tienen antecedentes tan brutales como la violación en grupo de la Manada de 2016.

En la semana que llevamos de los festejos de Pamplona se han denunciado ni más ni menos que 21 abusos sexuales y una agresión con penetración, toda una barbaridad que supera incluso a las trágicas cifras de 2019, el último año que se celebró la fiesta antes de la pandemia. Asimismo, se han registrado al menos nueve denuncias por haber sufrido pinchazos con jeringuillas en el cuerpo en supuestos intentos de sumisión química. Miles de personas salieron a la calle el martes para condenar estos hechos y para reclamar un derecho tan simple como el que deberían tener, y en muchas ocasiones no tienen, las mujeres y que consiste en poder salir a las calles solas y sin miedo, sea la hora que sea.

Si la fiesta no es para que la disfrute todo el mundo, ya no es fiesta.

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