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Las altas temperaturas con registros históricos este verano en Ponent están pasando una factura más costosa cada día que pasa. Si a mediados de mes ya hablábamos de restricciones en los regadíos para asegurar el agua hasta el fin de la campaña, ahora ya los efectos de la falta de precipitaciones se están notando en el suministro de boca. El municipio de Baix Pallars, en el Jussà, ha sido el primero de la provincia en tomar medidas.

Ha cortado el agua por las noches, de 23.00 a las 7.00 horas, y ha clausurado las fuentes públicas para hacer frente a la situación crítica de sus reservas ante la pertinaz sequía. Asimismo ha prohibido usar el suministro de boca para llenar piscinas, balsas y regar huertos y jardines. Otros municipios también han alertado a sus vecinos para que reduzcan lo máximo posible el consumo para no tener que adoptar otras medidas más drásticas.

Este sería el caso de Solsona, Gavet de la Conca, Isona i Conca Dellà, Sant Esteve de la Sarga, Bellver o Coll de Nargó, por citar solo unos ejemplos. Asimismo, algunos ayuntamientos ya han tenido que recurrir a las cubas para asegurar el suministro con la problemática añadida de la cada vez mayor dificultad a la hora de encontrar cisternas disponibles. Ante este panorama y teniendo en cuenta que las reservas hídricas de Catalunya se encuentran solo al 46 por ciento de su capacidad, la mitad del agua embalsada por las mismas fechas del año pasado, es necesario hacer un llamamiento para racionalizar el consumo de agua a todos los niveles.

La Agència Catalana de l’Aigua (ACA) advierte que estamos en fase de prealerta, que puede pasar a ser de alerta en el caso de que las reservas se reduzcan por debajo del 40 por ciento. Es de esperar que el descenso de temperaturas anunciado a partir del próximo martes, con registros más adecuados a la época del año que vivimos, conlleve precipitaciones. De momento, lo que está al alcance de todos es cerrar los grifos siempre que su uso no sea estrictamente necesario para nuestro día a día.

Ni 24 horas de tregua

Ayer nos felicitábamos del acuerdo alcanzado entre Ucrania y Rusia para reactivar las exportaciones de cereal del primer país, en lo que parecía un primer paso para distensionar la zona. Pero, cuando no habían transcurrido ni 24 horas, el régimen de Putin dio otro ejemplo de que su objetivo no es la paz. Sus tropas lanzaron un ataque con misiles contra el puerto comercial de Odesa, clave para las citadas exportaciones.

Para el líder ucraniano, Volodímir Zelenski, Moscú “ha escupido” en la cara a la ONU y Turquía al intentar socavar el acuerdo destinado a paliar la escasez de cereales en todo el mundo. Y no le falta razón.

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