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Que las calles de Lleida y de otros muchos municipios de la demarcación dejan mucho que desear en cuanto a limpieza, es un hecho más que obvio y es una temática recurrente en nuestras páginas por su asiduidad. Las quejas de vecinos son habituales, así como de ayuntamientos, que deploran el incivismo de algunos ciudadanos. Existe también otra problemática, el denominado “turismo de basura”: habitantes de localidades con recogida puerta a puerta que van a tirar sus desechos a pueblos con contenedores y los desbordan. Es el caso de Rosselló, que ha calculado que recibe al año nada más y nada menos que una tonelada de residuos que abandonan vecinos de poblaciones cercanas. Pero ayer, desde nuestras páginas, dejamos constancia de la problemática vista desde el otro lado: el de quienes deben recoger estos residuos. Y es que trabajadores de Ilnet, la firma que tiene adjudicado el servicio de recogida de basuras en la ciudad de Lleida, han denunciado el aumento de incivismo y, a su vez, el preocupante incremento de agresiones, tanto físicas como verbales de las que son objeto. Lejos quedan los años que, en su opinión, el barrendero era un profesional respetado. En este sentido, los que tengan una cierta edad pueden recordar aquellos aguinaldos que recibían por Navidad, especialmente en las poblaciones, después de dejar una tarjeta de felicitación en las casas, costumbre que en los tiempos que corren sería considerada una excentricidad. Pero siguiendo con las quejas de los profesionales, denuncian el incivismo de algunos vecinos y prueba de ello son las fotografías que ilustraban el reportaje de ayer de calles de la ciudad con un aspecto deplorable. Montañas de bolsas de basura fuera de contenedores, muebles y todo tipo de enseres en las aceras que podrían ser retirados por el servicio de recogida de voluminosos con solo avisar por teléfono, y comida desparramada por los suelos al lado de recipientes de restos orgánicos. Quizá, en el caso de la capital, se deba revisar la concesión del servicio y aumentar en algunas zonas el tamaño y la cantidad de contenedores. También será bueno replantearse el puerta a puerta vigente en algunos barrios, como ya ha dicho que hará la Paeria a la vista de los resultados de este sistema, evidentemente mejorables. Pero no cabe duda de que somos los ciudadanos los que deberíamos hacer todo lo posible para evitar conductas irresponsables, lo que ayudaría, y mucho, a mejorar la imagen de nuestras ciudades tanto para quienes las habitan como para los visitantes. Las calles son como nuestra segunda casa. Nos pasamos horas en ellas y, como en cualquier hogar, es necesario que mantengamos unas condiciones mínimas para hacerlas lo máximo de habitables y agradables. Tanto los trabajadores como la ciudadanía en general lo agradeceremos.

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