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Puede que entre nuestros lectores y lectoras (el miércoles se publicó un informe que señala que el tanto por ciento de mujeres que se declaran feministas está bajando) los haya quienes se pregunten si sigue siendo necesario que cada 8 de marzo se multipliquen los actos, las páginas de periódicos, programas de radio y de televisión dedicados a las mil y una brechas diferenciadoras entre hombres y mujeres que existen todavía hoy en nuestra sociedad. Seguro que estas personas que opinan que el feminismo está tensando la cuerda no han vivido ninguna de las experiencias, violencias, discriminaciones, vejaciones, marginaciones u ostracismo de las que encontrarán algunos ejemplos en nuestras páginas de hoy dedicadas al Día Internacional de la Mujer, en que cada año se recuerda a aquellas valientes de principios del siglo XX que murieron abrasadas dentro de una fábrica en EEUU por reclamar sus derechos laborales. Y evidentemente quienes así piensan no han tenido que avergonzarse por haber sido violadas, temiendo que al poner la denuncia pertinente se juzgará tanto su vida personal, o más, que la de los agresores, como sucedió a la joven violada grupalmente en Pamplona por La Manada, a la que cinco hombres agredieron sexualmente. Evidentemente, tampoco quienes así se expresan no han visto morir a una hija a manos de un compañero de trabajo porque ella no quiso mantener relaciones sexuales con él, como le sucedió a la navarra Nagore Laffage. Más que seguro que quienes critican los logros conseguidos por el feminismo no han sentido miedo por ellas, sus madres, sus hijas, amigas o hermanas cuando a altas horas de la madrugada no contestan al móvil estando de fiesta. Tampoco habrán trabajado tanto como un compañero de oficina para cobrar menos que él por la simple razón de ser mujer, ni habrán sido rechazadas de ningún puesto de trabajo por no ser “apto” para mujeres o ni siquiera se habrán atrevido a pedirlo por miedo al ambiente laboral. Ni habrán sido excluidas de un empleo porque estaban embarazadas o en edad de estarlo. Y así podríamos seguir hasta el infinito. Por tanto, sí, es necesario aún reivindicar la igualdad legal, laboral y social entre ambos sexos hasta que no queden techos de cristal por romper. 

Amnistía, una buena noticia

El acuerdo entre PSOE, Junts y ERC para desbloquear la Ley de Amnistía y devolver al plano político las reivindicaciones del independentismo catalán es una buena noticia para todos los actores. Para los nacionalistas porque dejarán de estar perseguidos judicialmente por el 1-O y para el resto de catalanas y españoles porque propicia la estabilidad económica y social que toda comunidad necesita

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