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Los cuerpos policiales registraron el año pasado 268 casos de delitos contra la libertad sexual en las comarcas de Lleida, lo que representa un incremento del 36% respecto al 2022, cuando hubo 197, según el Balance de Criminalidad del ministerio del Interior, como informamos en nuestro periódico el pasado martes. Hubo dos crímenes de violencia machista en Balaguer y Torallola y la sensación general, avalada por las cifras, es que estos tipos de delitos machistas no hacen más que aumentar y que no sabemos, como sociedad, articular los mecanismos para frenarlos. La detención por parte de los Mossos de un hombre acusado de matar a su hijo de 5 años y herir gravemente a la madre del menor en Bellcaire d’Empordà y la sospecha de la policía de que dejó viva a la madre para que sufriera por la muerte del menor, un caso evidente de violencia vicaria, no hace más que ahondar en la premisa de barbarie emocional que supone la violencia de género, que sin duda se está convirtiendo en una las más mayores lacras de las sociedades democráticas. Las múltiples violencias que se ejercen contra las mujeres son visibles, pero la tolerancia colectiva impide ponerles freno: prostitución, trata, acoso sexual, brecha salarial, agresión sexual fuera y dentro de las relaciones de pareja, golpes, destrucción moral, humillaciones, tortura. La violencia vicaria es la más cruel y despiadada porque causa un daño irreparable al niño y destruye a la mujer. Más de 40 niñas y niños han sido asesinadas/os por sus padres biológicos o parejas o exparejas de la madre desde que en 2013 se empezó a contabilizar este tipo de asesinatos, cuyo objetivo es destruir a las madres para siempre. La prostitución y sobre todo el proxenetismo son otra evidencia palmaria del abuso por razones de género que padecen las mujeres que se ven forzadas a vender su cuerpo por terceros. La operación de los Mossos de ayer en Lleida con 12 detenidos (11 mujeres y un hombre) destapó precisamente una red de estafa a la administración que consistía en contratar a drogadictos para simular violencia de género y conseguir así papeles de forma rápida para estas mujeres, todas marroquíes, perjudicando a las miles de víctimas que padecen de verdad esta lacra. 

La caída de WhatsApp

WhatsApp sufrió el miércoles a las 20.00 horas una caída que duró una media hora y que afectó a todo el mundo, no pudiendo los usuarios ni mandar ni recibir mensajes. En ese período de tiempo las otras aplicaciones de mensajería tuvieron una subida excepcional y las quejas colapsaron la página de incidencias. La conclusión es evidente: la dependencia de millones de personas de las redes sociales podría, de fallar en un período largo de tiempo, paralizar innumerables actividades y desestabilizar a medio planeta. Para reflexionar.

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