La escuela, un ascensor social averiado
El economista y director de Cáritas en Lleida, Rafael Allepuz, alertaba en un reportaje que publicamos el domingo sobre la renta por barrios en Lleida de la cronificación de las personas que forman parte de la clase baja, a causa de que el ascensor social, que es la escuela, necesita de más inversión para ser efectivo. Es un análisis certero que pone en evidencia los déficits del sistema educativo. La pasada semana también dimos cuenta de que varios centros constatan que hacen falta más aulas de acogida. Este curso se han incrementado en 23 en el llano de Lleida, pasando de 55 a 78, pero este crecimiento se queda corto en relación a la llegada de escolares procedentes del extranjero. La realidad es que hay alumnos que no entienden el catalán, ni tampoco el castellano, que se pasan casi toda la jornada lectiva sin comprender nada de lo que explican los docentes. También se ha hecho una apuesta por la escuela inclusiva, teóricamente muy positiva. Ahora bien, se ha implantado sin los medios suficientes y hay niños que por su discapacidad o trastorno durante buena parte del tiempo no interactúan ni con sus compañeros ni con los maestros porque no hay profesionales específicos (veladores) que les asistan. Y faltan educadores e integradores sociales, como puso de manifiesto la protesta protagonizada ayer por la comunidad educativa del colegio Príncep de Viana. Por último, desde hace años se ha dejado de lado el valor del esfuerzo, cuando es indispensable para que niños de familias desfavorecidas puedan subir en la escala social.
Día histórico, ¿paz duradera?
“Esto no es solo el fin de una guerra, es el fin de una era de terror y el inicio de una armonía duradera para Israel y todas las naciones de lo que pronto será una región verdaderamente magnífica.” Ojalá sea así, habría que añadir a estas palabras del presidente de EEUU, Donald Trump, horas antes de la firma del acuerdo que pone fin a dos años de guerra entre Israel y Hamás. Tal como ya indicamos, el plan de paz contiene puntos que hacen dudar de que realmente pueda ser la solución definitiva para Oriente Próximo, y que su impulsor haya sido un personaje como Trump tampoco invita al optimismo. No obstante, hay que insistir en que es mejor esto que no que hubiera seguido la masacre de la población palestina. Además, si el tiempo demuestra que realmente ha servido para pacificar esta región, habrá que admitirlo sin reticencias, igual que hay que reconocer que ayer fue un día histórico por la firma del acuerdo, la liberación por parte de Hamás de los 20 rehenes israelíes que seguían con vida, la excarcelación de unos 2.000 presos palestinos y la reanudación de la ayuda humanitaria en Gaza.