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Decía Stéphane Mallarmé que “un coup de dés jamais n’abolira le hasard” (una tirada de dados nunca suprimirá el azar). Y menos mañana, cuando el Sorteo Extraordinario de Navidad vuelva a poner de manifiesto que esta lotería ya es una tradición navideña más para millones de personas, incluidas las que habitualmente no apuestan. Lleida es la demarcación catalana donde más se invierte por habitante y una de las que presenta mayor consignación. Los 112,17 euros de gasto medio previsto este año no son una anécdota, sino la confirmación de una tendencia sostenida que en los últimos cinco años ha supuesto más de 271 millones de euros en ventas. Este volumen de juego no se explicaría sin Sort. Aunque la etimología contradiga que el topónimo de la capital del Pallars Sobirà tenga nada que ver con la suerte, cuando en 1994 el sorteo del Niño dejó 10.000 millones de las antiguas pesetas en una población que entonces tenía 1.645 habitantes, se empezó a fraguar la leyenda. La actual administración de La Bruixa d’Or (antes Stop y Estel) se convirtió en lugar de peregrinaje. Y no es para menos. En 1996 repitió la gesta y repartió 7.000 millones de pesetas. Además de las habituales colas de compradores de la procedencia más diversa, la venta por internet la convirtió en un referente más allá de Catalunya y España. Y es que la venta por internet en Navidad ya representa el 10% de la facturación en algunas administraciones.

Pero pese a este esfuerzo inversor, el retorno en forma de grandes premios no siempre ha acompañado. El Gordo de Navidad ha caído solo en ocho ocasiones en las comarcas leridanas, con Sort como la localidad más agraciada. El último gran impacto se remonta a 2017. Aun así, la fidelidad del jugador leridano se mantiene intacta, incluso en años adversos como 2020, el único ejercicio reciente con una caída de ventas significativa a causa de la pandemia. El sorteo de este año introduce además una novedad relevante: 198 series, la cifra más alta hasta la fecha, lo que incrementa el número de décimos a la venta y amplía el reparto de premios. Un cambio que beneficia al conjunto del sistema, pero que no resuelve algunas de las reivindicaciones históricas del sector. Las administraciones denuncian que en el sorteo de Navidad la comisión baja al 4,5%, frente al 6% habitual en la Lotería Nacional. Desde Lleida, voces como la de David Masip, responsable de la histórica Rosa de Ponent, una de las decanas, añaden otro elemento al debate: la necesidad de replantear la estructura de premios. El Gordo sigue fijado en 400.000 euros por décimo, una cifra que ha perdido capacidad real para transformar vidas, mientras que la probabilidad de recuperar al menos el importe jugado es sensiblemente inferior a la de otros sorteos. También las tradiciones tienen que ponerse al día.

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