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PERSONAS Y ORGANIZACIONES

Nueva y vieja realidad. Valores importantes vs. imperantes

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Explica Cristóbal Colón Palasí –residente de La Fageda Fundació–, en el epílogo de mi libro La història de Nu, que, al encontrarse su mujer y él atrapados por el misterioso virus del Covid-19, les afloraron preguntas esenciales que aún hoy no tienen respuesta. Él pudo comprobar en primera persona cómo la muerte dejaba de ser una cosa abstracta que se acercaba a ellos sin haber sido invitada y afortunadamente sin conseguir finalmente su frío propósito. Según él, en momentos así, se plantean preguntas que nos interpelan a todos sobre el sentido de nuestras vidas. Nos está hablando de cómo en las organizaciones y en la sociedad en general los valores importantes como la solidaridad, el altruismo o la lealtad, encarnados actualmente en la implicación de los colectivos sanitarios, bomberos y otros, pueden ser suplantados por otros valores impostores como el consumismo, la corrupción o el egoísmo, convirtiendo a estos últimos en los valores imperantes, y que en caso de triunfar, nos devolverían de nuevo a la vieja realidad. Lo que sería tanto como darle la razón al filósofo Hegel, cuando afirma que “lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos nada de la historia”.

Nueva cultura en la nueva realidad

La cultura de una empresa o de cualquier organización social o política se construye y cimenta sobre el comportamiento de referencia de sus fundadores y de sus líderes. Conductas que, en base a ser repetidas, acaban penetrando e influyendo en la forma de actuar de muchas de las personas que continúan en la organización y expulsando o enfrentando a algunos que no se identifican con dichos valores y que si pueden buscarán nuevos contextos. Todos tenemos en mente la cultura impuesta por algunos partidos políticos y jefes del estado con demasiadas complicidades, en las que la semilla del valor que plantaban era diferente de aquella que nos presentaban en sus catálogos, dando como resultado frutos que solo podían recoger ellos desde el árbol de la corrupción. Ante la aprobación de los 140.000 millones de euros para España a través del fondo europeo para la recuperación, y su entrega gradual, se le presenta una oportunidad a la clase política de construir una nueva realidad que se aleje del viejo clientelismo y el trato de favor.

Los aplausos para el final

No entiendo que los jefes del gobierno y de la oposición saquen pecho ante sus cortesanos, por liderar un país en ruina y totalmente a merced de las decisiones de los otros países europeos. Quizás sería mejor que sus equipos dediquen los aplausos a quienes no nos han dejado caer y nos permitan guardar los nuestros para cuando nos hayan demostrado a todos que efectivamente han sabido transformar la economía española en favor de las personas y de un modelo basado en la conectividad, la digitalización y las energías verdes, y no de intereses particulares. En mi opinión, resulta ofensivo para la ciudadanía que los dos principales líderes del gobierno y de la oposición rivalicen entre sí delante del aplausómetro, para diversión de los suyos y aburrimiento de la ciudadanía. Ojalá que al final los ciudadanos podamos dedicar a nuestros líderes un enorme aplauso final.

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