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LIDERATGE

El neuroliderazgo y la gestión empresarial moderna

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A lo largo del tiempo, las teorías sobre el concepto de liderazgo afirmaban que se trataba de una capacidad innata de las personas, es decir, que se nacía siendo líder. Sin embargo, estas investigaciones han ido evolucionando con el tiempo y, en la actualidad, ratifican que el líder no nace, sino que se hace. De ahí la importancia de considerar que todo líder comienza su liderazgo cuando se conoce a sí mismo e identifica sus talentos, conocimientos, habilidades y actitudes y los logra potencializar en su desarrollo personal y profesional.

El neuroliderazgo nace como una herramienta que busca entender los procesos de funcionamiento del cerebro en su sentido más amplio y con ello optimizar la labor de dirección de negocios e influir positivamente en el entorno en el que se opera desde el rol de líder empresarial. Hoy en día, ya no solo es conveniente o importante, sino absolutamente imprescindible para cualquier empresa de éxito, la adaptabilidad y la agilidad para responder al entorno cambiante de una forma óptima y adecuada. Los verdaderos líderes son quienes tienen el cerebro preparado para decidir sobre la marcha, en el momento.

Ya no hay tiempo para imaginar escenarios porque la velocidad con que cambian las circunstancias no lo permite. Las emociones son generadas por neurotransmisores como respuesta a estímulos del ambiente y tienen un alto impacto en nuestros comportamientos.Existe una gran variedad de neurotransmisores que activan células motoras, generando una amplia gama de comportamientos. Conocer las emociones que sentimos ante determinados estímulos puede modificar nuestros patrones de respuestas.

Investigaciones como la del NeuroLeadership Institute concluyen que hormonas como la testosterona y el cortisol tienen un alto impacto en los niveles de agresividad y estrés que maneja el líder. En esencia, el líder se convierte en un alquimista que puede modificar sus emociones y las de su equipo en función de las necesidades de la organización, para lo cual debe desarrollar una alta capacidad de observación.Existe una fuerte correlación entre el nivel de estrés y el desempeño. Distintos descubrimientos ratifican el concepto de flujo, en donde el nivel óptimo de desempeño se presenta cuando tenemos un nivel óptimo de estrés positivo, que esencialmente es cuando nuestro cerebro segrega la cantidad correcta de hormonas de cortisol y adrenalina.

La cantidad adecuada de cortisol y adrenalina, junto con la dopamina, facilita la vinculación, el entusiasmo y la motivación para actuar y hacer las cosas con eficiencia. Este estado es conocido como “flow” o “estado de flujo”. El papel del líder es clave para ayudar a otras personas a entrar en flujo y debe estar basado en estas premisas: la primera, asigne tareas y funciones no solo basadas en habilidades, sino también en gustos o talentos personales.

La segunda, asigne tareas que tengan un nivel adecuado de exigencia, pero por encima de lo acostumbrado. Se debe verificar que la exigencia sea retadora pero realista. La tercera: asigne tiempos adecuados para estas tareas.

Demasiado tiempo puede llevar a las personas a relajarse más de la cuenta y muy poco tiempo las puede conducir al otro extremo.El neurolíder es capaz de influir en todo tipo de personas porque entiende cómo funciona su mente y cómo influencia en la de las demás. Las personas que logran dominar la mente dominarán las emociones primitivas o reptilianas del cerebro y tendrán más posibilidades de influir en otros de manera más efectiva. La pregunta es, si el líder se hace, en base con estas premisas de la neurociencia, ¿estás preparado para forjarte en el nuevo líder del presente?

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