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García Aguado (Jaime Lorente) y Estiarte (Álvaro Cervantes).

García Aguado (Jaime Lorente) y Estiarte (Álvaro Cervantes).AMAZON PRIME VIDEO

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42 SEGUNDOS

Plataforma: Amazon Prime

Dirección: Àlex Murrull, Dani de la Orden

Intérpretes: Álvaro Cervantes, Jaime Lorente

★★★☆☆
A pocos meses para que arranquen las olimpiadas de Barcelona’92, el combinado español de waterpolo se encuentra lejos de contarse entre los favoritos para ganar la competición. En un desesperado intento por remontar lo que parece un inminente fracaso, se contrata al croata Dragan Matutinovic (Tarik Filipovik), un entrenador contundente en sus métodos y con reputación de severo. Sin embargo, la llegada in extremis del nuevo míster para obrar lo que parece un milagro es solo la punta del iceberg.

Dentro de la selección se encuentran, además, dos líderes enfrentados: Manel Estiarte (Álvaro Cervantes) y Pedro García Aguado (Jaime Lorente). O lo que es lo mismo, la manera de entender el waterpolo desde la visión cosmopolita y profesionalizada del catalán Estiarte, contra la perspectiva del chico de barrio madrileño, rudo en sus formas pero bondadoso en el fondo, García Aguado. Dirigida por Àlex Murrull (Traces, El meu amic Amaruk) y Dani de la Orden (Barcelona, nit d’estiu; Barcelona, nit d’hivern), esta película se concentra principalmente en dos bloques: el entrenamiento –que el propio Matutinovic llegó a reconocer años después de aquellos Juegos que rozaba lo militar– y la competición en sí –cuya emocionante secuencia final, más que correctamente ejecutada, da nombre al título del filme–.

Vaya por delante que, aunque está basada en hechos reales, la pluma del guionista Carlos Franco (Blue rai, Cites) se ha tomado ciertas licencias que no responden a lo que realmente sucedió –por mencionar una de las menos desveladoras de la trama, entre tantas otras que pueden encontrarse a golpe de Google, la fecha de contratación de Matutinovic fue 1990, no pocos meses antes de la competición–. Sin embargo, con dichas licencias no se pretende tanto exaltar el tono épico que ya de por sí envuelve la propia historia real de aquel equipo, sino poner en relieve cuestiones como las diferencias identitarias del Madrid y la Cataluña de aquella época, el sufrimiento al que se vieron sometidos aquellos jugadores a lo largo de sus entrenamientos, así como remarcar la importancia de los valores del deporte como la capacidad de sacrificio, el espíritu de superación y el sentido del compañerismo.Aunque el waterpolo no goce de gran popularidad en España, sí merece la pena recordar –o descubrir– aquella final del 92 que hizo olvidar el fútbol por unos días a todo un país.

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