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El mediático baño de Fraga en Palomares

Se cumplen ahora 55 años del baño de Manuel Fraga y el embajador de Estados Unidos para demostrar que no existía contaminación en la zona tras un accidente nuclear

El mediático baño de Palomares

El mediático baño de Palomares

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El 17 de enero de 1966, en pleno contexto de la Guerra Fría, dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, un avión cisterna y un bombardeo B-52 colisionaron en pleno vuelo a la altura de la localidad almeriense de Palomares. El accidente provocó que cuatro bombas termonucleares cayeran en el Mediterráneo y el fallecimiento de siete de los once miembros de la tripulación de ambos aparatos.

El ejército estadounidense desplegó a sus especialistas, previa autorización del gobierno de Franco, a decenas de especialistas, equipados con trajes NBQ, para retirar la tierra contaminada a lo largo de más de 25.000 metros cuadrados. Las operaciones costaron a los Estados Unidos 80 millones de dólares de la época para retirar en 4.818 bidones cerca de 14.000 toneladas de tierra y tomateras afectadas para ser trasladadas la base de Savannah River en Carolina del Sur. Sin embargo, un 15 por ciento del plutonio-239 de las bombas (unos tres kilos en estado natural, quedó esparcido por la zona, en forma pulverizada y fue irrecuperable. Cabe añadir que las dotaciones de la Guardia Civil que colaboraron en los trabajos de recuperación lo hicieron sin ningún tipo de protección. Asimismo, tras ser desclasificados los informes secretos en 1986, se pudo saber que un 29 por ciento de los vecinos de Palomares presentaron rastros radioactivos en sus organismos. Hoy en día en las zonas afectadas está prohibido cualquier tipo de construcción urbanística y otras están protegidas con vallas metálicas con prohibición de acceder a ellas. Según los expertos, una quinta parte del plutonio que se esparció en 196, y pese los planes de limpieza que se han venido desarrollando, todavía sigue contaminando la zona de Palomares.

Tras el accidente, tanto el gobierno español como el estadounidense iniciaron una campaña para demostrar la inexistencia de contaminación nuclear en la zona ya que podía verse afectado, de forma negativa, el turismo, que era el principal motor económico español en esa época. El momento más recordado de esa campaña tuvo lugar, tres semanas después del accidente, en la playa de Quitapellejos de Palomares con el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne; y el embajador de Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke dándose un baño en aguas del Mediterráneo, en compañía de varios de sus colaboradores, y con las cámaras de RTVE, NO-DO y de la agencia EFE como testigos.

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