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Un experto avisa sobre las personas hiperempáticas: pueden experimentar ansiedad y estrés crónico al asimilar el dolor ajeno

Proponen estrategias para gestionar este rasgo y mejorar el bienestar: "En primer lugar, hay que ser consciente del problema. Ser consciente de que siento más que los demás emociones que no me pertenecen"

Hannah Busing / Unsplash

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Lluís Serrano
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La hiperempatía, un rasgo que permite experimentar con gran intensidad las emociones de los demás, puede tener consecuencias negativas para la salud mental, según advierte Rodrigo Martínez de Ubago, psicólogo clínico y colaborador docente de la UOC. "Las personas hiperempáticas viven en una constante tormenta emocional ya que la felicidad y el dolor ajenos no son simples estímulos externos, sino sensaciones internas que afectan su bienestar diario", explica el experto.

Aunque la empatía es una capacidad fundamental para establecer vínculos y comprender a los demás, cuando se presenta en exceso puede desencadenar ansiedad, estrés crónico y fatiga emocional. "Para los hiperempáticos, no es solo la capacidad de comprender el dolor ajeno, sino la imposibilidad de no sentirlo en carne propia", señala Martínez de Ubago. Este fenómeno, que no está reconocido como un diagnóstico clínico, implica experimentar las emociones ajenas con tal intensidad que pueden generar malestar físico y agotamiento mental.

Estudios recientes sugieren que la hiperempatía tiene un componente genético, aunque el entorno también influye en su desarrollo. En ocasiones, presenta una superposición con el autismo y las personas altamente sensibles (PAS). "Cada vez hay más estudios que demuestran la base biológica de la empatía. Lo cierto es que son características fundamentalmente innatas", afirma el psicólogo de la UOC. No obstante, la interacción entre la genética y las experiencias de vida, especialmente los traumas tempranos, puede potenciar este rasgo.

Ventajas y desventajas de la hiperempatía

La hiperempatía tiene su lado positivo y negativo, dependiendo del contexto. Por un lado, supone una gran sensibilidad hacia las emociones ajenas, lo que facilita entenderlas mejor, ayudar y establecer vínculos. También implica una notable capacidad para detectar cambios emocionales sutiles, muy útil en profesiones como la psicología, la medicina y la educación. Además, favorece aptitudes para la mediación, la resolución de conflictos y está relacionada con una alta creatividad y pensamiento introspectivo.

Sin embargo, cuando la hiperempatía es extrema, estos beneficios quedan eclipsados por los efectos negativos. "Cuando las emociones dependen de las de los demás, es fácil perder el control. Estas personas son demasiado sensibles y propensas a sentir emociones que en realidad no son suyas", advierte Martínez de Ubago. Los hiperempáticos pueden experimentar ansiedad, estrés crónico y fatiga emocional al absorber el dolor ajeno sin poder desconectarse, lo que dificulta la toma de decisiones y genera problemas de identidad.

Impacto en distintos ámbitos de la vida

Los efectos negativos de la hiperempatía pueden manifestarse en diferentes entornos. En el ámbito laboral, especialmente en profesiones con alto contacto humano, puede llevar al agotamiento emocional y al burnout. En las relaciones familiares y sociales, estas personas pueden volverse dependientes emocionalmente o sentirse abrumadas por la carga emocional de sus seres queridos. Y en las relaciones de pareja, algunas tienen dificultades para establecer límites emocionales, lo que puede generar dinámicas de codependencia.

Según el experto de la UOC, la hiperempatía se manifiesta de forma diferente en cada etapa vital. En la infancia, los niños lloran más y son muy sensibles al sufrimiento ajeno. Sin herramientas para gestionarlo, pueden desarrollar ansiedad. En la adolescencia, cuando las emociones son más intensas, puede generar crisis emocionales y dificultades en la identidad personal. Y en la edad adulta se refleja en la fatiga emocional y en la dificultad para poner límites con los demás.

Estrategias para gestionar la hiperempatía

Para mejorar la calidad de vida, es fundamental aprender a gestionar la hiperempatía. "En primer lugar, hay que ser consciente del problema. Ser consciente de que siento más que los demás emociones que no me pertenecen", aconseja Martínez de Ubago. A partir de ahí, se debe trabajar el paso de una empatía emocional a una cognitiva, integrando pensamientos como "puedo entender cómo te sientes, pero yo no me sentiría igual si me pasara lo mismo que a ti".

Otras estrategias incluyen la terapia cognitivo-conductual (TCC), que emplea técnicas para distinguir las emociones propias de las ajenas; el mindfulness y la regulación emocional, que ofrecen métodos para observar las emociones sin absorberlas completamente; y la desensibilización gradual, que implica exponerse de forma controlada a estímulos emocionales para fortalecer la resiliencia. Al mismo tiempo, es fundamental aprender a establecer límites emocionales y aplicar técnicas de desapego, es decir, ayudar a los demás sin asumir su sufrimiento como propio.

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