Las fumatas del Cónclave: cómo se obtienen los humos negro y blanco en la elección papal
El Vaticano modernizó en 2005 el sistema de señalización que anuncia al mundo el resultado de las votaciones cardenalicias mediante una combinación química específica

Una gaviota vuela junto a la chimenea por donde saldrá la fumata blanca.
El tradicional sistema de comunicación mediante el cual la Iglesia Católica anuncia al mundo si los cardenales han elegido o no a un nuevo Papa experimentó una significativa modernización desde el Cónclave de 2005. Las históricas 'fumatas' que emergen de la chimenea de la Capilla Sixtina —negras cuando no hay consenso y blancas cuando se ha elegido al nuevo Pontífice— son ahora producidas mediante un sofisticado sistema químico que garantiza una señal inequívoca, dejando atrás las confusiones que en ocasiones anteriores habían generado incertidumbre entre los fieles congregados en la Plaza de San Pedro.
Según confirmó el Vaticano, para asegurar la claridad en la comunicación visual, actualmente se emplea un aparato auxiliar instalado junto a la estufa tradicional donde se queman las papeletas de las votaciones. Este dispositivo complementario utiliza compuestos químicos específicos que producen humos de colores perfectamente distinguibles incluso en condiciones meteorológicas adversas, eliminando así las ambigüedades que se producían con el método antiguo, cuando a veces el color del humo resultaba difícil de interpretar para los observadores.
Química al servicio de la tradición: la composición de las fumatas
La precisión en la comunicación del resultado de las votaciones cardenalicias requiere una fórmula química específica para cada tipo de señal. Para conseguir el característico humo negro, que indica que aún no se ha alcanzado la mayoría necesaria de dos tercios para elegir al nuevo Papa, los técnicos vaticanos utilizan una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre. Esta combinación genera una densa columna de humo oscuro que resulta inconfundible incluso a la distancia.
Por otro lado, cuando los cardenales alcanzan el consenso necesario y eligen al nuevo Sumo Pontífice, se emplea una mezcla completamente diferente para producir el humo blanco. En este caso, los componentes son clorato de potasio, lactosa y colofonia. Esta última, también conocida como 'pez de Castilla', es una resina natural de color ámbar que se obtiene de las coníferas y que, al combinarse con los otros elementos, genera el característico humo blanco que anuncia al mundo la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica.
Este sistema representa una evolución significativa respecto a los métodos tradicionales empleados durante siglos, cuando para el humo negro se utilizaba nerohumo o brea, mientras que para el blanco se recurría simplemente a paja húmeda, lo que frecuentemente generaba confusiones por la inconsistencia del color resultante.
Ingeniería vaticana: el sistema técnico detrás de las fumatas
La infraestructura que permite la generación y emisión de las fumatas ha sido cuidadosamente diseñada para garantizar su funcionamiento óptimo. Las chimeneas de la estufa principal y del dispositivo auxiliar convergen en un único conducto que atraviesa el interior de la Capilla Sixtina hasta desembocar cerca de la cumbrera de la cobertura del edificio, punto desde el cual el humo se hace visible para los fieles y el mundo entero.
Para asegurar el correcto funcionamiento del sistema incluso en condiciones climáticas adversas o de baja presión atmosférica, los ingenieros del Vaticano han incorporado varios elementos técnicos. Las chimeneas están equipadas con resistencias eléctricas que calientan el conducto para mejorar el tiro natural del humo. Además, como medida de seguridad adicional, el sistema cuenta con un ventilador de reserva que puede activarse en caso necesario para impulsar la columna de humo hacia el exterior.
El pasado 2 de mayo, los técnicos vaticanos procedieron a la instalación de la chimenea que anunciará desde lo alto de la Capilla Sixtina quién será el sucesor del Papa Francisco. Este acto técnico marca uno de los preparativos finales para el cónclave en el que 133 cardenales menores de 80 años participarán en la elección del 267º sucesor de San Pedro.
El protocolo de votación y señalización en el Cónclave
La Santa Sede ha establecido un protocolo muy preciso para las votaciones durante el Cónclave. El sistema contempla la realización de cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. Las fumatas se producen al finalizar cada sesión, es decir, al término de la mañana tras las dos primeras votaciones y al concluir la tarde después de las dos últimas.
Este calendario puede verse alterado si la elección se produce antes de lo previsto. En ese caso, el proceso se adelantaría y la fumata blanca podría aparecer en cualquier momento tras una votación exitosa, anunciando al mundo la elección del nuevo Pontífice.
Para que un candidato sea elegido Papa, necesita obtener al menos dos tercios de los votos de los cardenales presentes en el Cónclave. Con 133 cardenales electores, esto significa que el futuro Papa deberá recibir un mínimo de 89 votos para acceder al pontificado.
Historia y evolución de las fumatas papales
La tradición de comunicar mediante señales de humo el resultado de las votaciones en un cónclave se remonta varios siglos atrás en la historia de la Iglesia. Sin embargo, esta práctica experimentó problemas recurrentes debido a la imprecisión en la coloración del humo, lo que causaba confusiones entre los fieles y periodistas que aguardaban el anuncio.
El caso más notorio se produjo durante el cónclave de 1958, cuando la fumata que anunció la elección del Papa Juan XXIII apareció inicialmente grisácea, generando incertidumbre entre los presentes. Situaciones similares se repitieron en posteriores elecciones, incluyendo las de Pablo VI en 1963, Juan Pablo I en 1978 y Juan Pablo II ese mismo año.
Estas experiencias impulsaron la modernización del sistema en 2005, coincidiendo con el cónclave que eligió a Benedicto XVI. La introducción de compuestos químicos específicos logró por fin garantizar señales visuales inequívocas, acabando con siglos de posibles malentendidos en uno de los momentos más trascendentales para la Iglesia Católica.
¿Cuánto tiempo puede durar un Cónclave?
La duración de un Cónclave papal es impredecible y ha variado enormemente a lo largo de la historia. Mientras algunos se han resuelto en apenas dos o tres días, como ocurrió con la elección de Benedicto XVI en 2005 y Francisco en 2013, otros han llegado a prolongarse durante meses o incluso años en épocas pasadas.
El sistema actual está diseñado para favorecer una decisión relativamente rápida, con cuatro votaciones diarias que ejercen una presión constante hacia el consenso. Además, tras una serie inicial de votaciones sin resultado, existen mecanismos previstos para facilitar la convergencia, como la posibilidad de reducir la mayoría requerida en determinadas circunstancias.
¿Qué ocurre tras la fumata blanca?
Una vez que la fumata blanca anuncia la elección del nuevo Papa, se pone en marcha un protocolo preciso. Las campanas de la Basílica de San Pedro comienzan a repicar, confirmando la noticia. Después de un breve periodo en el que el elegido acepta el cargo y escoge su nombre papal, el Cardenal Protodiácono sale al balcón central de la basílica y pronuncia la célebre frase "Habemus Papam" ("Tenemos Papa"), revelando la identidad del nuevo Pontífice, quien posteriormente se presenta ante los fieles para impartir su primera bendición "Urbi et Orbi" ("A la ciudad y al mundo").