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Ni Tarragona ni Lleida: una fiesta que desafía la temporada del calçot y lleva sabores catalanes a Madrid

El festival gastronómico itinerante Calsotada Fest regresa a Collado Villalba del 23 al 25 de mayo con importantes novedades y el primer Campeonato Mundial de beber en Porrón

Calçots.

Calçots.Luis Serrano

Lluís Serrano
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La tradición gastronómica catalana rompe fronteras y calendarios con el regreso de la Calsotada Fest a Collado Villalba, Madrid. El evento, que se celebrará los días 23, 24 y 25 de mayo de 2025, marca un hito histórico en la cultura del calçot, al ser la primera vez que esta celebración se realiza fuera de la temporada natural de esta peculiar cebolla.

Tras cuatro años de experimentación con diferentes técnicas de conservación, los organizadores han logrado superar la temporalidad del calçot, tradicionalmente disponible solo entre noviembre y abril. Este avance gastronómico permite disfrutar de este manjar catalán en plena primavera madrileña, democratizando el acceso a una de las tradiciones culinarias más queridas del noreste peninsular.

El festival, que cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Collado Villalba, no solo ofrece la degustación del menú típico de una calsotada tradicional, sino que incorpora novedades significativas para esta edición. Entre ellas destaca el I Campeonato Mundial de beber en Porrón, que se suma a la ya consolidada III Edición del Campeonato de Comer Calçots, actividades que prometen convertirse en el centro de atención de los asistentes.

Una experiencia gastronómica completa con raíces catalanas

La Calsotada Fest se define como mucho más que un simple evento gastronómico. Es una experiencia inmersiva donde los comensales pueden disfrutar de la auténtica elaboración de los calçots, cocinados al aire libre con leña y carbón siguiendo la tradición catalana. El menú completo incluye tostadas, una selección de embutidos catalanes, los protagonistas calçots con su característica salsa romesco y diversas carnes a la brasa, todo ello acompañado de cerveza, cava y otros refrescos.

"El calçot es la única cebolla que te hace sonreír", afirman los organizadores, quienes han diseñado el evento pensando en todos los públicos. Los más pequeños contarán con actividades específicas, mientras los adultos podrán disfrutar de música en vivo y propuestas culturales que complementan la oferta gastronómica.

Detrás de esta iniciativa se encuentra un catalán establecido en Madrid, apasionado de los calçots y propietario del restaurante que más de estas cebollas cocina fuera de Cataluña, con más de 20 años manteniendo viva esta tradición en la capital. Su equipo está formado por expertos en eventos gastronómicos y musicales, con el objetivo de convertir la Calsotada Fest en referente nacional cuando se piensa en esta delicia mediterránea.

El calçot: origen y tradición de un producto singular

El calçot, escrito correctamente con ç, pertenece a la familia de las cebollas y es típico de Valls, localidad catalana donde se dice que nació esta tradición gastronómica. A diferencia de sus parientes que provocan lágrimas al pelarlas, esta variedad está asociada a momentos festivos y de alegría compartida.

La preparación tradicional del calçot implica cocinarlos sobre las llamas, servirlos en tejas de barro y envueltos en papel de periódico para mantener su temperatura. Aunque externamente aparecen negros y calcinados, al retirar esta capa exterior se descubre su tierno interior, de sabor dulce y suave, que se acompaña siempre con la salsa romesco, elaborada con almendras, avellanas, tomates y pimientos.

La calsotada como celebración gastronómica tiene profundas raíces en la cultura catalana, donde tradicionalmente reúne a familias y amigos alrededor del fuego durante los meses de invierno. El traslado de esta tradición a otras regiones de España y su adaptación para poder disfrutarla en diferentes épocas del año representa una evolución significativa de este patrimonio culinario.

Un puente cultural entre Cataluña y Madrid

La Calsotada Fest no solo acerca un producto y una tradición culinaria catalana al centro de España, sino que construye puentes culturales a través de la gastronomía. En tiempos donde la cocina se ha convertido en embajadora cultural, este evento representa un ejemplo de cómo las tradiciones regionales pueden traspasar fronteras y adaptarse a nuevos entornos sin perder su esencia.

La ubicación elegida, Collado Villalba, se transforma durante un fin de semana en un pequeño rincón de Cataluña, con el humo de las brasas, el negro de los calçots, los baberos manchados y las manos tiznadas de los comensales como señas de identidad de una fiesta que celebra el placer de compartir buena comida en compañía.

Con una previsión de varios miles de asistentes según ediciones anteriores, el evento no solo dinamiza la economía local de esta localidad madrileña, sino que contribuye a diversificar su oferta cultural y turística, posicionándola en el mapa de las experiencias gastronómicas singulares del país.

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