Este es el peor momento para regar: evita perder hasta el 50% del agua
Regar a la hora equivocada puede favorecer hongos, quemaduras y malgasto de agua. Descubre cuál es el momento ideal según la ciencia y cómo proteger tus plantas del calor extremo

Una persona regando.
Cuando llega el verano y las temperaturas se disparan, muchos jardineros caen en el error de aumentar indiscriminadamente la frecuencia de riego. Sin embargo, los expertos coinciden en que lo realmente importante para la salud vegetal es acertar el momento del día para regar. La ciencia ha demostrado que este factor puede marcar la diferencia entre plantas vigorosas y ejemplares debilitados por hongos o quemaduras solares.
Un estudio reciente de la Asociación Española de Jardinería revela que más del 60% de los problemas en plantas durante la época estival están directamente relacionados con prácticas de riego inadecuadas. No se trata solo de la cantidad de agua, sino del momento en que se aplica. El horario elegido influye decisivamente en la absorción, la evaporación y el desarrollo de posibles patógenos, aspectos fundamentalmente ligados al ciclo vital de las plantas.
Los jardineros profesionales lo tienen claro: existe un momento ideal para esta tarea cotidiana, y no es precisamente cuando cae la noche. La elección correcta del horario no solo optimiza el aprovechamiento hídrico, sino que también previene enfermedades y fortalece el sistema inmunológico vegetal, especialmente relevante durante los veranos cada vez más calurosos que vivimos en España.
La hora óptima para regar en verano
Los estudios botánicos señalan inequívocamente que la franja matutina entre las 6:00 y las 8:00 constituye el período idóneo para el riego. Esta recomendación se fundamenta en múltiples factores biológicos y ambientales. Durante estas primeras horas, la temperatura ambiental es moderada, lo que facilita la absorción gradual del agua por parte del sistema radicular.
Regar a primera hora permite que las plantas aprovechen el agua durante todo el día sin sufrir estrés térmico. Además, la menor intensidad del viento matutino reduce significativamente la evaporación, optimizando cada gota utilizada.
Otro beneficio fundamental del riego matutino es que las hojas tienen tiempo suficiente para secarse antes de que el sol alcance su máxima intensidad, evitando así el efecto lupa que puede provocar quemaduras en el follaje. Este fenómeno ocurre cuando las gotas de agua actúan como pequeñas lupas, concentrando los rayos solares y dañando el tejido vegetal.
Los peligros del riego nocturno
Aunque pueda resultar tentador, especialmente tras una jornada laboral, regar las plantas durante la noche conlleva riesgos significativos para su salud. La principal amenaza es la proliferación de hongos y otros patógenos que encuentran en la humedad nocturna persistente su ambiente ideal de desarrollo.
Los expertos señalan que en climas especialmente húmedos, como los de la cornisa cantábrica española, este riesgo se multiplica. Si por razones de horario no es posible regar por la mañana, la alternativa menos perjudicial sería hacerlo al final de la tarde, dejando al menos dos horas de luz solar para que el follaje se seque antes del anochecer.
Cómo identificar las necesidades hídricas reales
Uno de los mayores errores en jardinería es aplicar un calendario rígido de riego sin considerar las necesidades específicas de cada especie y las condiciones ambientales cambiantes. La técnica del dedo en la tierra resulta infalible: introduciendo el dedo índice aproximadamente dos centímetros en el sustrato, se puede comprobar si realmente se necesita agua.
Especies como las suculentas, los cactus o plantas mediterráneas como el romero o la lavanda tienen mecanismos naturales de resistencia a la sequía y prefieren ciclos de riego espaciados. Por el contrario, helechos o begonias requieren una humedad constante en su sustrato. Conocer estas particularidades permite establecer grupos de plantas con necesidades similares, optimizando así el riego.
Sistemas de riego eficientes para 2025
La tecnología actual ofrece soluciones cada vez más sofisticadas para optimizar el uso del agua. Los sistemas de goteo programables representan la opción más eficiente, aplicando el agua directamente en la zona radicular y minimizando pérdidas por evaporación.
Un sistema de riego por goteo bien diseñado puede reducir el consumo de agua hasta en un 70% comparado con métodos tradicionales. Además, la precisión en la aplicación disminuye la incidencia de enfermedades foliares al mantener seco el follaje.
Para macetas y contenedores, la técnica de inmersión temporal resulta especialmente beneficiosa. Consiste en colocar el recipiente sobre un plato con agua durante 15-20 minutos, permitiendo que el sustrato absorba la cantidad necesaria por capilaridad. Transcurrido este tiempo, debe retirarse el exceso para evitar encharcamientos que pudran las raíces.
Estrategias complementarias para un riego óptimo
Más allá del horario y el sistema elegidos, existen prácticas complementarias que optimizan el aprovechamiento hídrico. El acolchado o mulching constituye una técnica ancestral que reduce significativamente la evaporación y mantiene la humedad del suelo durante más tiempo.
Cubrir la superficie del suelo con materiales orgánicos como corteza de pino, paja o compost no solo conserva la humedad, sino que también regula la temperatura del sustrato y previene el crecimiento de malas hierbas. Esta práctica puede reducir las necesidades de riego hasta en un 30% durante los meses más calurosos.
Otra estrategia efectiva consiste en crear microclimas favorables mediante la agrupación de plantas según sus necesidades hídricas. Ubicar especies más exigentes en zonas de sombra parcial y aquellas más resistentes a la sequía en áreas más expuestas permite racionalizar el consumo de agua y proporcionar a cada planta las condiciones más adecuadas para su desarrollo.
Riego de plantas y cambio climático
La gestión eficiente del agua en jardinería cobra especial relevancia en el contexto actual de cambio climático. Los modelos predictivos para la península ibérica indican una tendencia hacia veranos más calurosos y prolongados, con precipitaciones más irregulares y episodios de sequía más frecuentes.
Ante este panorama, adoptar técnicas de xerojardinería -diseño de espacios verdes con bajo consumo de agua- y seleccionar especies adaptadas al clima local se perfila como la estrategia más sostenible a largo plazo. Plantas autóctonas como el tomillo, la salvia o el romero, no solo sobreviven con riegos espaciados sino que ofrecen una estética mediterránea perfectamente adaptada al paisaje español.
¿Por qué no debemos regar al mediodía?
Aunque pueda parecer contraintuitivo, regar cuando hace más calor es precisamente cuando menos eficaz resulta. Durante las horas centrales del día, entre las 12:00 y las 16:00, la temperatura elevada provoca una evaporación acelerada del agua antes de que pueda ser absorbida por las raíces.
En plena canícula, hasta un 50% del agua aplicada puede perderse por evaporación directa. Además, el contraste térmico entre el agua fría y las células vegetales recalentadas puede provocar un shock que estresa innecesariamente a la planta.
El fenómeno de las quemaduras solares provocadas por el efecto lupa de las gotas de agua también alcanza su máxima intensidad durante estas horas. Las células vegetales pueden resultar dañadas irremediablemente, manifestándose como manchas necróticas en hojas y flores que comprometen tanto la estética como la función fotosintética de la planta.