National Geographic recomienda esta playa de Tarragona: una joya rodeada de aguas turquesas y acantilados rojizos
La revista destaca este enclave como una de las calas más singulares del litoral catalán

Cala de l'Illot.
National Geographic ha puesto el foco en uno de los tesoros más preciados del litoral tarraconense: la playa de l'Illot, situada en l'Ametlla de Mar. Esta pequeña cala de guijarros, rodeada de característicos acantilados rojizos y bañada por aguas cristalinas, representa la esencia de la Costa Daurada más salvaje y menos masificada. Según destaca la prestigiosa publicación, este enclave forma parte de una constelación de calas recónditas que han convertido a l'Ametlla de Mar en el destino predilecto para quienes buscan disfrutar del Mediterráneo en su estado más puro.
La Costa Daurada, tradicionalmente asociada a extensas playas de arena fina y dorada, esconde un reverso menos conocido pero igualmente fascinante: un conjunto de calas salvajes que permanecen como pequeños secretos del litoral catalán. No es casualidad que a los habitantes de l'Ametlla de Mar se les conozca como "los caleros", pues su municipio alberga algunos de los rincones costeros mejor preservados de toda Cataluña. El reconocimiento por parte de National Geographic en su edición de agosto de 2025 consolida a esta zona como un destino imprescindible para los amantes de la naturaleza y los espacios no masificados.
La playa de l'Illot destaca especialmente por su paisaje de postal con pinos que parecen descolgarse hacia el mar turquesa, creando una estampa que, según describe el periodista José Alejandro Adamuz en el reportaje de National Geographic, "parece sacada de una película de piratas". Esta cala, junto con otras perlas del litoral como Cala Moros o la Platja de l'Áliga, conforma un conjunto paisajístico único que atrae cada vez más la atención de viajeros nacionales e internacionales.
El camino de ronda, la ruta que conecta el paraíso
Una de las características más destacables del litoral de l'Ametlla de Mar es la posibilidad de recorrer sus calas a través del GR 92, un sendero que forma parte de la ruta europea E10. Este camino de ronda, que une l'Ametlla de Mar con l'Ampolla a lo largo de 16 kilómetros, permite a los visitantes descubrir estas joyas costeras mientras disfrutan de impresionantes vistas al Mediterráneo entre riscos y acantilados, envueltos en el característico aroma a resina de pino y salitre marino.
El recorrido ofrece la posibilidad de visitar diferentes calas, cada una con su propio encanto. Desde la ya mencionada playa de l'Illot hasta el espacio protegido de Santes Creus, donde se encuentra una de las calas más remotas y tranquilas de la zona. Esta última, a pesar de su difícil acceso, recompensa a los visitantes con un entorno de vegetación mediterránea prácticamente virgen y un estanque natural que complementa el paisaje marítimo.
El trío de calas imprescindibles
Junto a la urbanización de las Tres Calas se encuentra otro de los conjuntos más valorados por los visitantes: Cala Forn, Cala de Santa Jordi y Cala Vidre. La primera destaca por sus aguas de color turquesa, mientras que las otras dos ofrecen rincones igualmente paradisíacos unidos por un camino costero que pasa por el histórico Castillo de San Jorge de Alfama. Entre estas tres calas principales, el visitante puede encontrar numerosos rincones pedregosos que funcionan como piscinas naturales, perfectas para un baño tranquilo.
National Geographic subraya la singularidad de estos espacios en contraste con las playas más conocidas y frecuentadas de la Costa Daurada. Mientras que zonas como Salou o Cambrils atraen al turismo masivo, l'Ametlla de Mar ha conseguido preservar su esencia y ofrecer una alternativa más auténtica y cercana a la naturaleza.
El Delta del Ebro, complemento perfecto
El reportaje también destaca la proximidad de l'Ametlla de Mar al Parque Natural del Delta del Ebro, donde se encuentra la Playa del Fangar, descrita como "una de las zonas de Cataluña más amenazadas por el cambio climático" tras los efectos de los temporales Gloria y Filomena en años anteriores. Esta península de 410 hectáreas de arena representa un paisaje único donde conviven el mar, las dunas y un faro emblemático, conformando uno de los espacios naturales más valiosos y frágiles del litoral mediterráneo español.
L'Ametlla de Mar: pueblo marinero con encanto
Más allá de sus playas y calas, l'Ametlla de Mar conserva la esencia de un auténtico pueblo marinero del Mediterráneo, con un puerto pesquero activo y una gastronomía basada en los productos frescos del mar. Su casco antiguo, con calles estrechas y casas blancas, complementa la experiencia natural que ofrecen sus playas, permitiendo a los visitantes sumergirse en la cultura y tradiciones locales.
La revista destaca también cómo este municipio ha sabido mantener un equilibrio entre el desarrollo turístico y la preservación de su patrimonio natural y cultural, convirtiéndose en un modelo de sostenibilidad en la costa catalana.
¿Cómo se puede acceder a las calas más recónditas?
Para los amantes del senderismo, el GR 92 es la mejor opción para descubrir las calas más escondidas. Este sendero está bien señalizado y permite acceder a prácticamente todas las calas mencionadas en el reportaje de National Geographic. También existen rutas en kayak que ofrecen una perspectiva diferente del litoral y permiten llegar a rincones inaccesibles por tierra.