Psicomotricidad a la educación infantil: moverse, no estarse quieto, es lo que hace aprender

La ONU recomienda que los niños y niñas de entre 3 y 6 años se muevan al menos tres horas al día. No obstante, en muchas escuelas los niños de cinco años pasan cerca del 90% de la jornada sentados. Esta contradicción revela una tensión estructural: mientras la infancia necesita jugar y explorar a través del movimiento, la escuela a menudo exige quietud para poder enseñar.
Los expertos recuerdan que el movimiento no es un capricho ni un síntoma de inquietud, sino una forma esencial de comunicación y desarrollo. El juego espontáneo integra aquello físico, emocional y relacional, y disciplinas como la psicomotricidad lo convierten en una herramienta educativa clave. Sin movimiento, advierten, no hay desarrollo lleno ni aprendizaje significativo.
En las últimas décadas, la psicomotricidad ha ganado presencia a la educación infantil, aunque todavía hay confusión entre conceptos como “motricidad” y “psicomotricidad”. Los especialistas reclaman espacios y tiempos específicos para trabajar el cuerpo como a base del pensamiento y la convivencia. Transformar las escuelas en lugares donde moverse sea parte de aprender —y no un problema a corregir— es, según muchos docentes, uno de los grandes retos educativos de nuestro tiempo.