URBANISMO
Usuarios con movilidad reducida de Lleida ponen a prueba el transporte público para evaluar su accesibilidad
Usuarios con movilidad reducida viajaron desde varios municipios para evaluar su accesibilidad. Detectaron problemas estructurales y falta de mantenimiento en trenes y autobuses

Algunos usuarios que se desplazaron ayer en transporte público desde distintos puntos de la provincia. - SEGRE
Seis socios de Aspid con movilidad reducida participaron ayer en una acción experiencial con motivo del Día Mundial de las Personas con Discapacidad para evaluar el nivel real de accesibilidad del transporte público en la demarcación. Se desplazaron en tren y autobús desde Tàrrega, Balaguer y Mollerussa hasta Lleida, además de utilizar líneas urbanas dentro de la ciudad. El experimento evidenció que, pese a algunas mejoras, las carencias estructurales siguen condicionando diariamente la autonomía de muchas personas.
El trayecto más complejo lo vivió Sergi Santaengracia, que salió de Tàrrega en tren junto a su madre a primera hora de la mañana. Tras varios retrasos, el convoy quedó anulado y tuvieron que recurrir a un autobús alternativo que no era accesible para personas en silla de ruedas. “Nos hemos visto obligados a cruzar las vías con la silla y, cuando por fin ha llegado el autocar, la rampa no funcionaba. Cuatro personas han tenido que ayudarle a subir”, explicó su madre, que lamentó que “si el transporte público fuera accesible, Sergi podría venir cada día a la capital”. Por lo que respecta al transporte urbano, la situación tampoco fue mejor.
Ton Montardit, portavoz de Aspid, se quedó en tierra porque el autobús de la línea 5, que va al Arnau de Vilanova, no disponía de rampa de acceso. “Es un problema de mantenimiento. Igual que un autobús no circula si fallan las puertas, tampoco debería hacerlo si la rampa no está operativa”, denunció. Desde Balaguer, Miquel Aige y Magda Garcia viajaron en tren sin incidencias técnicas, pero señalaron limitaciones persistentes: “Los pasillos son estrechos y los baños no son accesibles para sillas anchas”, explicaron.
También advirtieron diferencias entre las instalaciones adaptadas de ambas estaciones: “En Balaguer puedes subir al vagón sin complicaciones, pero en Lleida necesitas rampa”. Por otro lado, David Tolosa llegó a la capital desde Mollerussa en autobús interurbano sin problemas. Sin embargo, tuvo que reservar el vehículo adaptado con más de 24 horas de antelación. “Si surge una urgencia, no puedes viajar”, lamentaron tanto él como sus familiares. Además, añadieron que los autocares solo disponen de una plaza adaptada: “Si está ocupada, no hay alternativa”. La acción concluyó en la plaza Berenguer IV, donde los participantes compartieron incidencias y reclamaron nuevamente un transporte que garantice igualdad de oportunidades y permita desplazarse con autonomía. La presidenta de Aspid, Bibiana Bendicho, recordó que la accesibilidad es “un derecho reconocido por la Convención de la ONU, no una opción”.
Unas 300 sanciones impuestas por mal uso de plazas reservadas
En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, el ayuntamiento presentó ayer la nueva campaña municipal de civismo para fomentar el buen uso de las plazas de aparcamiento reservadas a personas con movilidad reducida. El alcalde Fèlix Larrosa recordó que entre enero y octubre de este año se han impuesto 208 sanciones por estacionar sin autorización y 63, por uso fraudulento de las tarjetas de aparcamiento, con multas de hasta 2.000 euros.
“Buscamos una ciudad empática y solidaria”, afirmó. La concejala Cristina Morón señaló que la campaña forma parte del Pacto para la Convivencia y el Civismo y que combinará divulgación pedagógica con sanciones más estrictas “para educar a la ciudadanía”. A día de hoy, Lleida cuenta con 2.609 tarjetas activas y 400 plazas reservadas, una cifra que para algunos usuarios sigue siendo insuficiente.