Los leridanos consumen cuatro veces más de agua para hacer consultas a la IA que para beber
Los ciudadanos leridanos utilizan cuatro veces más agua en interacciones digitales que para beber, mientras la Generalitat busca ubicaciones para nuevos centros de datos

Una usuaria realiza una consulta de inteligencia artificial con el sistema de ChatGPT. - AMADO FORROLLA
Los habitantes de Lleida están generando un impacto hídrico insospechado a través de sus dispositivos electrónicos. Cada día, las consultas a sistemas de inteligencia artificial realizadas desde la provincia consumen hasta dos millones de litros de agua, una cifra que multiplica por cuatro el volumen destinado al consumo directo como bebida. Este fenómeno pasa prácticamente desapercibido para la población, que desconoce que cada interacción con la IA tiene una huella hídrica de aproximadamente medio litro.
Según los datos analizados, de los 123 litros diarios que consume un leridano medio, apenas entre uno y dos litros se destinan a la bebida. En términos provinciales, con una población de 451.197 personas según el último padrón oficial, esto supone un consumo de agua para beber que apenas alcanza los 500.000 litros diarios, muy por debajo del impacto tecnológico.
La penetración digital en la provincia es significativa: el 91,7% de la población cuenta con líneas móviles de pospago (401.600 líneas), mientras que el 86% de los hogares dispone de ordenadores, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este amplio acceso tecnológico se traduce en que cada ciudadano realiza entre 5 y 10 interacciones diarias con sistemas de IA, muchas veces sin ser consciente de ello, a través de aplicaciones, búsquedas y plataformas de streaming.
Las empresas leridanas también contribuyen al consumo hídrico digital
El sector empresarial de la provincia añade aproximadamente 80.000 litros más al consumo hídrico digital. Las 17.414 empresas con empleados registradas en Lleida generan hasta diez interacciones diarias con sistemas de IA como promedio, y el 40% de ellas integran estas tecnologías en sus procesos productivos habituales.
Este fenómeno cobra especial relevancia en un contexto donde la disponibilidad de agua en España está sometida a crecientes tensiones. La provincia de Lleida, enclavada en la cuenca del Ebro, afronta ya recortes previstos en las dotaciones de regadío cercanos al 20% para canales como el de Pinyana y de casi el 15% para otros como el Urgell, según la planificación hidrológica que se está tramitando.
La Generalitat se suma a la carrera por los centros de datos
En medio de esta situación, la Generalitat de Catalunya ha decidido competir con otras comunidades autónomas por atraer centros de datos a su territorio. El pasado mes, el Consell Executiu aprobó una hoja de ruta que contempla declarar "proyectos estratégicos" a aquellas instalaciones que cumplan determinadas condiciones, lo que supondría una reducción significativa de trámites administrativos y urbanísticos.
Estos centros de datos son infraestructuras fundamentales para el funcionamiento de la "nube", ese espacio virtual donde empresas y particulares almacenan información. En la actualidad, existen más de 50 instalaciones de este tipo en todo el Estado, concentradas principalmente en Madrid y Aragón.
La experiencia aragonesa: cuando los proyectos duplican su consumo previsto
La experiencia de la comunidad vecina de Aragón resulta reveladora. Los proyectos de instalación de centros de datos que está tramitando su gobierno autonómico, promovidos por gigantes tecnológicos como Amazon, Meta y Microsoft, han generado preocupación al duplicar las previsiones iniciales de consumo de agua. El principal destino de estos recursos hídricos son los potentes sistemas de refrigeración que requieren los equipos de procesamiento, una necesidad que se incrementa al ubicarse en zonas con climatología semidesértica.
"Estos proyectos responden únicamente a criterios de rentabilidad para empresas privadas, que invertirán 300.000 millones en centros de datos en España e infraestructuras asociadas a la inteligencia artificial en 2025, sin considerar el interés general ni los impactos ambientales", denuncia Ecologistas en Acción, que advierte además que, de materializarse todos los proyectos previstos, en 2030 el consumo eléctrico de estas instalaciones supondrá "entre el 3,4% y el 5,9% del total" nacional.
El conflicto entre las nuevas necesidades tecnológicas y los usos tradicionales del agua
La coincidencia entre la reducción de la disponibilidad de agua para usos tradicionales como el regadío y la irrupción de nuevas demandas tecnológicas plantea un escenario de potenciales conflictos durante la tramitación del nuevo Plan Hidrológico del Ebro (PHE).
Curiosamente, la memoria inicial del PHE resta importancia a esta situación, señalando que "la demanda de agua industrial es muy escasa para el conjunto de la cuenca y su ligero incremento, incluso por las necesidades de refrigeración de los centros de datos, tendrá efectos próximos a imperceptibles, salvo en casos muy locales".
Sin embargo, los expertos en gestión hídrica advierten que el modelo actual de expansión tecnológica podría no ser sostenible en regiones con estrés hídrico crónico como gran parte del territorio español. El equilibrio entre digitalización y sostenibilidad se perfila como uno de los grandes desafíos para la próxima década.
 
         
         
        