TURISMO
El calor y las lluvias de julio derivan turistas del camping a casas rurales y apartamentos
El cambio climático empieza a afectar a las actividades turísticas en Lleida. El sector consolida el tirón posterior a la pandemia con el quinto año con más de 150.000 visitantes y de 400.000 pernoctaciones

Cal Blanco de Vinaixa acoge el centro municipal de servicios y la biblioteca Màrius Torres. - ROGER SEGURA/ACN
“El problema de julio fueron las tormentas. Y, además, si las previsiones dicen que va a llover la gente no se mueve”, explica Cel Feliu, presidenta de la Asociación de Campings de Lleida. Eso, combinado con una ola de calor que se alargó hasta entrada la primera quincena de julio, acabó impactando en la actividad de las zonas de acampada. “El tiempo siempre ha influido mucho en el camping”, anota.
Los datos sobre la ocupación turística del INE (Instituto Nacional de Estadística) ofrecen una panorámica novedosa sobre la actividad del sector en Lleida, donde ya se dejan notar los efectos de un cambio climático que este verano está generando un carrusel de eventos extremos de calor y lluvias.
En su conjunto, Lleida consolida el crecimiento como destino turístico de interior que inició con la pandemia con más de 150.000 visitantes (157.506) y de 420.000 pernoctaciones (425.655) por quinto año consecutivo. En ambos apartados retrocede, un 1,6% en usuarios y un 2% en noches de alojamiento, en línea con el recorte generalizado de las estancias por los turistas, aunque marca uno de los cuatro mejores meses de julio desde que hay datos.
Por subsectores, el freno del crecimiento resulta claro en el hotelero y el del camping, en el primero por el aumento de los precios (vinculado al de los costes) y en el segundo por la mayor inestabilidad meteorológica, mientras los registros de las casas de turismo rural y los apartamentos siguen creciendo y recogen parte del público que pierden los primeros.
El turismo rural registró el cuarto mejor año histórico en usuarios (9.591) y el tercero en pernoctaciones (31.700) con sendos crecimientos del 12% y el 25% frente a 2024, y los apartamentos ganaron un 22% de turistas (5.751) y un 33% de usos nocturnos (20.101). Los campings perdieron casi 5.000 visitantes y 11.000 noches menos que el año pasado, aunque se mantuvieron por encima de los escalones de más de 40.000 y más de 150.000 que superaron por vez primera tras la pandemia. Los hoteles recibieron el segundo mayor volumen de visitantes de un mes de julio, con casi 100.000, pero perdieron 8.000 pernoctaciones.
“Crecemos desde la pandemia, y a lo mejor hemos llegado al techo. No se puede crecer hasta el infinito”, indica Feliu.
Mario Mata, presidente de la Federació de Cases Rurals de Lleida, destaca que “llevamos años profesionalizando el turismo rural. Se están abriendo casas con más servicios y mayor calidad, y eso hace que podamos competir en otros segmentos de turistas”. Casas destaca los precios competitivos con los hoteles y el confort ante la meteorología inestable como dos de las fortalezas del gremio.
Les Garrigues exhibe sus ‘catedrales del aceite’
“Queríamos poner en valor estos edificios que tenemos repartidos en varios municipios de la comarca, que sabíamos que existían pero que nadie le había dado el punto de atención que deben tener”, explica el técnico de cultura del consell comarcal de Les Garrigues, Isidre Pinyol, sobre la ruta turística en torno al modernismo que ha comenzado a promover la institución. Con ella, tal y como se ha hecho con las bodegas de Tarragona, quieren dar a conocer las “catedrales del aceite” de algunos municipios y que, además de funcionar como agrotiendas, en algunos casos también incluyen un museo o puntos de atención turística. Destaca la obra del arquitecto Cèsar Martinell, que diseñó la cooperativa la Arbequina de Arbeca, la de L’Albi y la de El Soleràs, unos edificios “muy modestos, pero modernistas y construidos por este discípulo de Gaudí”, anota Pinyol. La ruta incluye la cooperativa de Sant Antoni Abat de la Granadella, del arquitecto leridano Joaquim Porqueras, ayuntamientos como el de Cervià y el de Arbeca, las escuelas de los Torms y Cal Blanco de Vinaixa, entre otros edificios de ese estilo.