Del Pallars al mar: una marca de tablas hechas de madera y con materiales sostenibles
El artesano Sergi Galanó inició en 2010 en La Torre de Capdella el proyecto Flama Surf, una marca de tablas hechas de madera y con materiales sostenibles. Fabrica ya unas 40 al año, que exporta a medio mundo, y su primera creación fue testeada en el lago de Montcortés

Sergi Galanó, trabajando en su taller en el Pallars Jussà. - DANI CODINA
En Catalunya se surfea. No tanto como en el Cantábrico o Canarias, pero las olas del Mediterráneo tienen su público, sobre todo en invierno. Lo que resulta más sorprendente es descubrir que en pleno Pirineo leridano surgió un proyecto basado en este deporte que une el mar y la montaña a través del trabajo artesanal de la madera.
El protagonista es Sergi Galanó, enamorado del surf desde niño, que en 2002 abrió con su mujer el refugio Tacita, en La Torre de Capdella. Allí, mientras fabricaba literas y mesas para el albergue, descubrió su pasión por la carpintería. Con el tiempo se atrevió a crear planchas de surf a más de mil metros de altura, uniendo así sus dos mundos. “Era mi manera de seguir vinculado al mar a pesar de vivir entre montañas”, explica.
En la industria del surf existe la figura del shaper, el artesano que diseña y da forma a las tablas a mano. Sin apenas referentes en Catalunya, Galanó se convirtió en pionero al apostar por materiales sostenibles en lugar de fibras y resinas químicas, devolviendo el deporte a sus orígenes. “La química del surf nunca me atrajo. Cuando descubrí la paulonia, una madera ligera y resistente al agua, me lancé a experimentar”, añade. Muy utilizada también en la industria del esquí, destaca por su resistencia y propiedades hidrófugas.
En 2010 nació Flama Surf. Galanó recuerda que la primera vez que una de sus tablas tocó agua fue en el lago de Montcortès, un estreno de gran carga simbólica. Con los años trasladó su actividad al Maresme, aunque sin cerrar el taller en el Pallars Jussà. Muchas de sus tablas llevan nombres de fauna acuática; una de ellas, Truita, homenajea a este salmónido del Pireneo.
Este artesano produce actualmente unas 40 tablas al año, con precios entre 700 y 1.200 euros, dependiendo de los tamaños y las formas de los encargos. Al principio exportaba sobre todo al norte de Europa, aunque actualmente la mitad de sus clientes son de España. La marca también cuenta con surfistas profesionales como embajadores de sus creaciones. El valor diferencial de sus tablas no está solo en el diseño, sino en su construcción. Galanó emplea técnicas respetuosas con el entorno en una industria muy dependiente de derivados del petróleo. “Es una pasión, pero también un compromiso con el medio ambiente”, explica. Además de fabricar por encargo, organiza cursos y conferencias para transmitir su oficio y mantener viva una tradición artesanal que crece contra corriente. ¿El resultado? Tablas más resistentes y duraderas que las convencionales, explica. “El surf es de los pocos deportes donde un artesano puede crear un producto único”, apunta.
En cierto modo, Galanó se adelantó con sus tablas de surf a otras iniciativas vinculadas al mundo de la nieve que han tomado forma en el Pirineo leridano en los últimos años, como Nord Esquís, en el Sobirà, o Husta, en la Val d’Aran, fabricantes de esquís y tablas sostenibles.