LITERATURA
El “proveedor de felicidad” Mendoza, Princesa de Asturias
El escritor barcelonés dijo ser “un hombre feliz” tras saberse ganador

Eduardo Mendoza, ayer en Barcelona, después del fallo del Premio. - EFE / QUIQUE GARCÍA
La prosa con tintes de humor e ironía y con una “visión desenfadada y humanista de la existencia” del escritor Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), que ha seducido en el último medio siglo a público y crítica, fue reconocida ayer con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025. El jurado del galardón destacó que este autor clásico de la novela contemporánea, que abrió una nueva etapa de la narrativa española durante la Transición, es un “proveedor de felicidad para los lectores” y su aportación a la letras ha sido “decisiva”. Además, asegura que su obra es “un conjunto de novelas que combinan la voluntad de innovación con la capacidad de llegar a un público muy amplio, y que gozan de extenso reconocimiento internacional”. El jurado estuvo presidido por el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado.
“Necesito tiempo para encontrar las palabras justas. Emocionado, honrado y agradecido me parecen adecuadas, pero obvias. He dedicado toda la vida a lo que me gusta y ahora recibo este Premio tan especial. Soy un hombre feliz”, declaró Mendoza ayer, después de ser conocedor de la noticia, en el auditorio de la Biblioteca Jaume Fuster de Barcelona. El escritor aseguró que ve el galardón como “el recuerdo a una generación” que ha ido desapareciendo, la de Vázquez Montalbán o Marsé, y que recuperó algunos géneros en aquella “época gris y triste”. “Aquella generación demostró unas ciertas ganas de vivir y de pasarlo bien literariamente”, recordó, y añadió: “Incorporamos el humor, también la novela negra, que no existía, y una narrativa más costumbrista, de vuelta a la infancia recuperada”.
Novelista, dramaturgo, traductor y lingüista, Mendoza se licenció en Derecho en 1965 en la Universitat de Barcelona. Ejerció como traductor de la ONU y otros organismos internacionales en ciudades como Nueva York o Ginebra. Traducida a varios idiomas, su obra, generalmente ambientada en Barcelona y que se inició con la publicación de la novela La verdad sobre el caso Savolta en 1975 (considerada por la crítica por la primera novela de la Transición), muestra elementos de la novela gótica, la ciencia ficción o la novela negra, así como un particular sentido del humor, la sátira y la parodia. Después, llegaron El misterio de la cripta embrujada (1979), La ciudad de los prodigios (1986), Sin noticias de Gurb (1991), o Tres enigmas para la Organización (2024), entre otros.