ENTREVISTA
Ferran Sáez, filósofo, profesor universitario y escritor: «Lo interesante de los géneros literarios es transgredirlos»

«Lo interesante de los géneros literarios es transgredirlos» - JORDI ECHEVARRIA
El nuevo sello editorial leridano Eclecta se presentará el próximo jueves (19.00) en La Llotja de Lleida con sus dos primeros títulos: la novela L’altra hipòtesi, de Ferran Sáez (La Granja d’Escarp, 1964), y la primera versión en catalán de todo un clásico, Els idus de març, publicado en 1948 por el estadounidense Thorton Wilder, traducido por Ernest Riera y con prólogo de Carlota Gurt. Sáez conversó con SEGRE sobre su nuevo libro y este proyecto editorial con vocación estatal.
¿Es una gran responsabilidad ser el primero de una nueva editorial?
Cualquier sílaba destinada a ser publicada supone siempre una responsabilidad, pues compromete al que la firma y también a quien tiene la tarea de difundirla, sea una editorial o un periódico. Publiqué mi primer libro –una humilde plaquette de poesía– a los 24 años en Lleida. Hoy, a los 61, al cabo de 37 años y unas cuantas docenas de libros escritos, vuelvo a hacerlo en la misma ciudad. Sin embargo, este caso es especial: se trata, efectivamente, de una responsabilidad añadida por tratarse de una editorial que se estrena y que lo hace a lo grande, sin titubeos. Personalmente estoy satisfecho, por supuesto, y pienso que en términos colectivos también es una muy buena noticia para Lleida, pues se trata de una iniciativa seria y con recorrido.
¿Qué le parece este proyecto editorial Eclecta, una palabra que remite en griego a ‘las cosas elegidas’?
Cualquier iniciativa que dignifique y ponga en relieve la cultura que se cuece más allá de Barcelona me parece loable. Tiene algo de heroico y a la vez de sensato, puesto que Barcelona es ahora mismo una realidad objetivamente decadente. La raíz griega que comenta remite a eso pero también al concepto mismo de ‘ecléctico’, que es algo que algunos echamos de menos en el mundo editorial. Está muy bien que se publiquen toneladas de autoayuda y de novela rosa explícita o bien camuflada y repintada con lenguajes que ahora están de moda. Hoy suponen al menos la mitad de la ficción que hay en las librerías, y creo que me quedo corto. Por suerte para muchos lectores, este proyecto sigue otros derroteros.
Con ‘L’altra hipòtesi’ vuelve a la ficción. ¿Ya tenía ganas?
En un contexto cultural como el nuestro parece que lo más sensato, y también lo más astuto, es autoencasillarse en un género y crear una especie de cómoda marca registrada. Nunca he sido muy astuto, y con los años estoy dejando de ser incluso sensato. Me han premiado unos cuantos ensayos y, en general, he recibido buenas críticas, pero escribo lo que considero oportuno sin hacer demasiados cálculos. Hay gente que aspira a ser el poeta de la tribu, o el ensayista de la tribu, o el articulista de la tribu, y seguramente hacen bien. A mí me apetecía escribir esta novela extraña, como me apetece a menudo componer música que no suele salir de un ámbito privado. Dentro de poco publicaré un dietario, y ahora estoy terminado un ensayo sobre música, aunque podría ser otra novela o simplemente nada. Para bien o para mal, este oficio no es como los otros.
La novela está ambientada en “un futuro no tan lejano, cuando La Red ya lo decide casi todo”. ¿Estamos tan cerca de este panorama?
Si esta obra fuese un ensayo me pronunciaría en un sentido o en otro, pero es una obra de ficción. Lo que describe es imaginario y el futuro previsto, también. No es una obra de cariz prospectivo. Insinúa un cambio profundo, un variación radical del rumbo de nuestra civilización, pero no lo argumenta como se haría en un ensayo. Narrar y argumentar son cosas distintas, aunque muchas veces dibujan intersecciones literariamente interesantes, fructíferas.
Habla de un futuro en el que “la digitalización fuera de control lo reduce todo a ruido y ceniza”. No parece muy optimista.
La mejor manera de ejercitar el optimismo es prever escenarios catastróficos con la intención e evitarlos a tiempo o de corregirlos si llegan a producirse.
¿Cree que le sienta bien a este libro el sello de ‘ciencia-ficción’, a pesar de toda la carga a veces peyorativa que arrastra el calificativo?
La ciencia-ficción no me ha interesado nunca. De hecho, en esta novela se ironiza constantemente sobre el género, aunque de una manera respetuosa. Este relato es encuadrable en la vieja tradición de la literatura fantástica, que es otra cosa. Para entendernos: Asimov escribía ciencia-ficción y Borges, literatura fantástica. Ambos son escritores extraordinarios, pero sus respectivas álgebras mentales se encuentran muy alejadas y sus obras no tienen nada que ver. En todo caso, lo único interesante de los géneros literarios es la posibilidad de transgredirlos.