LIBROS
Escribir para recordar y resistir: la leridana Teresita Daroca tiene a punto una trilogía como homenaje a su hermano muerto
Nutricionista oncóloga y ‘embajadora’ en Australia ha escrito‘La casa de las golondrinas', que recrea tres grandes pandemias de la historia

La leridana Teresita Daroca, afincada en Australia, esta semana de visita en Lleida. - AMADO FORROLLA
Un viaje épico de memoria, amor y resiliencia a través del tiempo y el espacio. Así define Teresita Daroca (Tàrrega, 1972) el proyecto literario que está a punto de culminar, una trilogía que comenzó a escribir hace cuatro años después del fallecimiento de su hermano Òscar tras sufrir una enfermedad extraña derivada de la Covid. Lo que empezó como un ejercicio de recuerdo y homenaje a un hermano perdido, “como una novela para la familia”, explica la autora, ha acabado convirtiéndose en una trilogía que, tras numerosas reacciones positivas de familiares y amigos, podría editarse para llegar también al público lector. Aún no busca sello editorial, pero tiene claro que sería en España o en Perú. Y es que la trayectoria biográfica de Daroca es del todo singular. Profesional del ámbito de la salud, como nutricionista oncológica, conoció en Barcelona a su marido, entonces cónsul de Perú en la ciudad condal, Miguel Julián Palomino de la Gala. La carrera diplomática de su esposo la llevó en 2009 a residir en el país andino y, desde 2015, en Australia como esposa del embajador peruano en este país. A pesar de vivir al otro lado del planeta, ambos mantienen una estrecha relación tanto con Perú como con Lleida. De hecho, no hace mucho adquieron una casa rural en el pueblo de Gramuntell, en la Segarra, que visitan tanto como pueden. Una casa que entusiasmó a Daroca nada más verla, entre la iglesia del pueblo y el antiguo cementerio, y que se ha convertido en ‘protagonista’ de este proyecto literario, al menos por el título, La casa de las golondrinas. Buena parte de las páginas las he escrito en esta casa, “rodeada por centenares de golondrinas, tanto en el exterior como incluso anidando dentro, no sé ni por dónde se colaban; hasta algunas veces picoteaban las ventanas como si quisieran entrar”, recuerda con sorpresa la escritora. “Por eso he querido darle este título a la obra, porque han sido como una fuente de inspiración, con su canto de bienvenida, que me ha hecho recordar muchas cosas del pasado familiar”, añade.
A lo largo de tres volúmenes, la historia de La casa de las golondrinas se extiende más allá de Gramuntell, su punto de origen, explorando Catalunya, Europa y Sudamérica. Cada volumen profundiza en la fuerza de la familia, la persistencia de los afectos y la capacidad humana de superar la adversidad. Los personajes, en un 90% basados en personas reales, combinan familiares de Daroca y figuras ficticias, mostrando cómo la lucha por salvar vidas, sostener tradiciones y preservar la memoria atraviesa generaciones.
El impacto sufrido durante la época de la Covid marcó a la autora y a esta historia. Aún recuerda, cuando ocurrió el deceso de su hermano, cómo pudo salir de Australia para viajar a Tàrrega en pleno confinamiento “gracias a un permiso del primer ministro australiano, y en un avión que infundía respeto, con apenas media docena de pasajeros”. En el libro, la autora ha recreado así tres grandes pandemias que afectaron a la humanidad en tres épocas muy distintas: la peste negra en el siglo XIV, la ‘gripe española’ de 1918 y la Covid-19. A través de estos tres momentos históricos, el lector puede ver cómo las respectivas sociedades afrontaron la muerte, el miedo y la pérdida en distintos contextos. En incluso ha añadido referencias al actual clima bélico que se vive en Europa con la guerra entre Rusia y Ucrania.
Trilogía literaria
El primero de los volúmenes, titulado Memorias de un otoño que no muere, “está escrito desde el corazón como un homenaje eterno a un hermano perdido, cuyo recuerdo permanece vivo entre sus páginas”. El segundo libro, Susurros de un invierno que guarda secretos, es una introspección a la memoria en tiempos difíciles. Daroca comenta una circunstancia casual e inquietante a la vez: “Gramuntell fue repoblado muchos años después de que la peste negra en la Edad Media acabara con todos sus vecinos”. Finalmente, la tercera parte de la historia, que lleva por título Destellos de un verano que nunca se olvida, “representa la luz, la esperanza, la trascendencia de los recuerdos familiares”. La resiliencia y, en este caso la escritura, “nos ayuda a seguir adelante”, añade.