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Quim Gibert, 63 años, activista: «Tratar de vivir en catalán en la Franja a menudo es un castigo»

Activista infatigable en favor de la lengua catalana, el profesor y escritor Quim Gibert protagonizará hoy en Fraga un coloquio sobre su último libro, ‘Allà d’allà. Alfabet incomplert de la Franja de Ponent’

Quim Gibert - QUIM GIBERT

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Quim Gibert (Arenys de Mar, 1962), profesor de Secundaria en Fraga desde hace más de dos décadas, integrante del Casal Jaume I de la capital del Baix Cinca y escritor y activista por el catalán en la Franja de Ponent, protagonizará hoy viernes (19.30 h) un coloquio en la sala de ensayos del grupo Génesis de Fraga (en el número 9 de la Costa del Cegonyer), para charlar sobre su último libro, Allà d’allà. Alfabet incomplert de la Franja de Ponent (Llibres de l’Índex), un volumen con artículos y relatos sobre la actual realidad lingüística de este territorio.

¿Es difícil expresarse en catalán hoy en día en la Franja?

Los vecinos de la Franja de ahora y de antes se han visto forzados a esconder discretamente su identidad lingüística. De hecho, ya hace tiempo que las instituciones de gobierno de Aragón marcan distancias con Lleida, Tortosa, Balaguer y otros puntos limítrofes de lengua catalana. Las pocas iniciativas en catalán, el patrimonio más importante de la Franja (después de las personas), son cuestionadas por los grupos de poder y por la prensa de Zaragoza. A menudo, tratar de vivir en catalán en la Franja se convierte en un castigo: eres ignorado o te hacen pasar por un tipo conflictivo. El ‘buen aragonés’ de Fraga, Tamarit, Benavarri... tiene que aceptar esta sumisión lingüística, este trato colonial castellano. Además, gran parte de los funcionarios son castellanoparlantes, sin el más mínimo interés en conocer nuestra lengua. Incluso todo lo contrario, a veces son hostiles. La ‘igualitaria’ democracia española sitúa al castellano como una lengua superior.

En su nuevo libro, habla de esta realidad lingüística. ¿La situación se precariza o usted es optimista?

Yo tiendo a ser optimista. Un lugar de frontera como la Franja de Ponent dispone de un potencial extraordinario de cara a dar la vuelta a la tortilla. Jesús Moncada y su obra literaria, en torno a Mequinensa, podrían ser un ejemplo. Reforzado con los también escritores de Saidí Mercè Ibarz y Francesc Serés.

¿Hemos superado ya aquello del ‘fragatí’, el ‘xapurreau’... ?

La Academia Aragonesa de la Lengua, el Institut d’Estudis Catalans y la Real Academia Española (RAE) dejaron claro, por activa y por pasiva, que el hecho diferencial de la Franja, la lengua vernácula, es la catalana. Pero el autoodio, la catalanofobia... no se han desvanecido.

¿’Ayudan’ las administraciones local y autonómica?

Los gobiernos autonómicos de Aragón, en grados diferentes, no estiman la diversidad lingüística autóctona. Les molesta tanto que, en el caso del catalán, lo utilizan como arma arrojadiza. Bien mirado, Aragón no se gusta tal como es de verdad. Por eso, tanto el gobierno aragonés como el parlamento, las diputaciones, los ayuntamientos han postergado apoyar, de manera rotunda, el catalán de la Franja. La Constitución española establece que las lenguas propias del Estado, diferentes al castellano, deben ser oficiales en los respectivos territorios. Y que tienen que constar en los estatutos correspondientes. ¿Es un estatuto inconstitucional el de Aragón? ¿No es un maltrato lingüístico a los habitantes de la Franja no hacer oficial el catalán, tal y como mandan las leyes españolas del régimen de 1978? PP, Vox y PAR niegan, con menosprecio, la existencia del catalán en la Franja.

En su libro aporta ejemplos de palabras propias de la Franja que hay que conservar.

En la Franja se han mantenido palabras auténticamente catalanas, que se han perdido en Catalunya. Como por ejemplo nafra, revolt, ruc, ferralla, caramboleta, bescoll, espentejar, majola, rabosa... Además, hay una pastelería en Fraga con nombres de productos que no son fáciles de traducir al castellano: mostatxó, panadó, farinós, carquinyol, coqueta, panillet, coc-amb-ou... En paralelo, Alcavor, Sedassers, Allà Dins, Cardell, Cegonyer, Secanella del Topinaire... son topónimos fragatinos que desbordan catalanidad. Esto es precisamente lo que indigna tanto.

Por cierto, ¿qué quiere expresar con el título del libro, Allà d’allà?

Es una expresión tanto del Baix Cinca como del Segrià. Viene a ser el rerepaís, los confines... de nuestro mapa lingüístico. Pero también el laboratorio, el obrador... en el que los interesados en castellanizarlo todo toman la medida de nuestra autoestima. En Allà d’allà describo episodios del tráfico fluvial y de los puentes eternamente pendientes del Cinca, de gitanos de la Llitera, del entramado de pasadizos soterrados de la Fraga vieja, de la sustitución de la patrona fragatina de Santa Anna por el Pilar... ¡Y es que la Franja de Ponent es un diamante en bruto!

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