Clases magistrales de Marc Màrquez en Rufea

Para la mayoría de mortales, unas vacaciones son sinónimo de descanso y relax, algo que no parece compartir Marc Màrquez. Las motos son su trabajo pero también su pasión, su válvula de escape para sacar toda la tensión tras una temporada durísima. Por eso no es de extrañar que estos días se lo esté pasando en grande en Rufea, haciendo de improvisado profesor junto a su hermano Àlex de una veintena de jóvenes que sueñan algún día con parecerse a ellos. El campus Allianz que impulsa ha reunido este año a 17 niños y 3 niñas de cinco nacionalidades (España, Holanda, Alemania, República Checa e Israel), entre ellos dos leridanos, Gerard Capdevila (Bellpuig) y su vecino Carles Prat (Cervera), todos ellos escogidos, según reconoció Marc, “tras visionar un montón de vídeos entre las carreras de Australia y Malasia”.

“Me encanta estar con ellos porque te hacen revivir la ilusión de cuando eras niño, que no la he perdido, pero va bien que te la recuerden de vez en cuando. Ojalá de niño hubiese tenido una oportunidad como esta de aprender junto a mis ídolos”, afirmó. Marc desveló algunas de las inquietudes de los niños. “Claro que me han preguntado por qué me caigo tantas veces, y por mis salvadas, por el codo de Valencia... Ayer –lunes– alguno me picó y casi me caigo. Les he dicho que, por favor, aquí no, que no queremos sustos”, confesó entre risas. También habló de Rufea, que calificó como “mi segunda casa. Es como mi psicólogo. Entras aquí, cierras con llave y estás solo, los cuatro que entrenamos y (Jaume) Curcó, que cuida el jardín. Te ayuda a desconectar, reflexionar, entrenar y es un espacio donde entras y automáticamente estás tranquilo”.

Sobre su renovación por Honda apuntó que “está claro que hay que ser agradecido y ellos me dieron una moto de fábrica cuando empecé en MotoGP, así que son mi primera prioridad”.