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ESCALADA

El leridano Edu Marín culmina la Trilogía Ibérica

Son las paredes ‘Orbayu’, ‘Arco Iris’ y Donec Perficiam, esta en Mont-rebei

Edu Marín en ‘Donec Perficiam’ en Mont-rebei. - COL. E.MARÍN

Edu Marín en ‘Donec Perficiam’ en Mont-rebei. - COL. E.MARÍN

Xavi Madrona

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El reconocido escalador profesional Edu Marín ha logrado completar un proyecto personal de diez años de duración: la “Trilogía Ibérica”, tres de las vías de varios largos más exigentes de la Península Ibérica, destacadas tanto por su dificultad técnica como por la ética con la que fueron abiertas inicialmente. Son Orbayu (500 m, 8c), en el Picu Urriellu, en verano de 2015; la liberación de Arco iris (200 m, 8c+) en la Paret de Diables de Montserrat y Donec Perficiam (350 m, 8b+/c) –expresión latina que significa “hasta el triunfo”– en Mont-rebei.

Afincado en Lleida pero nacido en Barcelona y con una destacada trayectoria en la élite de la escalada deportiva –fue campeón del mundo juvenil y medallista en la Copa del Mundo– Marín decidió hace años alejarse de la competición para centrarse en la escalada libre de algunas de las paredes más duras del mundo. Uno de sus grandes logros es la primera ascensión en libre de Eternal Flame en Pakistán, una de las rutas más legendarias del alpinismo moderno.

Inspirado por la mítica Trilogía Alpina de Stefan Glowacz –que también escaló en libre hace unos años–, Marín concibió la “Trilogía Ibérica” como un homenaje a tres rutas emblemáticas, cada una situada en un entorno único y caracterizada por una escalada de alto nivel, una fuerte ética de apertura y un gran compromiso. “El 28 de mayo completé la ascensión en libre de Donec Perficiam, una vía de 8b+/8c y 350 metros en la Pared de Aragón, en Mont-rebei, ocho años después de que fuera abierta desde abajo, entre 2012 y 2017, por Isaac Cortés y Carles Brasco. Su enfoque ético me dejó una gran impronta”, señala Marín. Para este escalador, “desde la primera vez que la probé, supe que era una línea especial: pura, intacta, esperando. La vida y otros proyectos aparecieron –una expedición a Pakistán, la apertura de mi gimnasio (en Lleida) y más–, pero la idea nunca me abandonó. Fueron 5 horas de intenso esfuerzo bajo el sol y exigiendo una presencia mental y física total. Fue duro. Fue precioso. Valió la pena”, concluye.

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