Baño de realidad para el Hiopos Lleida
El equipo, sin acierto ni rebote, encaja la primera derrota del curso en un mal partido colectivo. Acaba frustrado por la actuación arbitral ante un Valencia que no perdonó

Caleb Agada tuvo muchos problemas para crearse espacio para lanzar ante la defensa valenciana. - ACB PHOTO/POL PUERTAS
El Hiopos Lleida estrenó ayer el casillero de derrotas en un partido en el que prácticamente todo le salió cruz. Tras un primer cuarto en el que jugó de tú a tú a todo un Valencia, a partir del segundo se fue diluyendo, frustrado por su poco acierto exterior, su debilidad en la pintura y la actuación de la tripleta arbitral, que exhibió un criterio sin sentido a la hora de señalar las faltas. El balance de 30 a 21 lo dice todo. Los 21 puntos de diferencia al final (78-99) fueron el fiel reflejo de un duelo entre un equipo que se frustró cuando las cosas no le salieron bien y otro más hecho y con un potencial descomunal que se tomó la licencia de dar descanso a una de sus estrellas, Jean Montero.
El cuadro de Gerard Encuentra comenzó bien, entonado en defensa y fluido en ataque, pero el Valencia no se quedó atrás. El duelo entre dos de los equipos que juegan con más posesiones de toda la Liga no defraudó en un primer cuarto frenético y muy igualado. Agada volvió a ser el encargado de firmar la primera canasta en juego del Hiopos, un triple, que tuvo la réplica inmediata por parte de Taylor y De Larrea para situar el 4-8 a los tres minutos.
Pero la irrupción de Batemon lo cambió todo. El de Wisconsin anotó ocho puntos seguidos para comandar la reacción de los de burdeos que, con un parcial de 10-0, le dieron la vuelta al marcador y alcanzaron su máxima diferencia en todo el partido, seis puntos (14-8). Pedro Martínez paró rápidamente el encuentro y reorganizó a su equipo. Y en un abrir y cerrar de ojos la diferencia leridana se esfumó gracias en gran parte al acierto de Costello desde más allá de los 6,75. Dos triples del estadounidense devolvieron el mando al Valencia (20-21), si bien el Hiopos logró cerrar el periodo con una ventaja mínima (25-24).
Todo empezó a torcerse a partir del segundo asalto. Fue cuando los colegiados tomaron un protagonismo excesivo, quizás motivados por la primera técnica del partido señalada a Pedro Martínez –las dos siguientes serían para los leridanos–. Ahí el encuentro aún estaba equilibrado (31-32), pero el Hiopos ya daba muestras de ser otro equipo, nada que ver con el del debut ante el Breogán y muy lejos del que asaltó el Palau hace siete días. No dominaba el rebote, daba excesivas ventajas en defensa y en ataque se mostraba muy impreciso. Solo acciones aisladas de Batemon, Paulí y Golomán impedían que el Valencia se fuera en el marcador.
Pero esta situación no la pudo aguantar demasiado. Tras el 39-38, un parcial de 2-10 de los valencianos obligó a Encuentra a pedir un tiempo muerto (41-48), que de nada le sirvió, ya que un tiro libre de Badio situó la máxima del partido al descanso (41-49), con la grada despidiendo a los colegiados al grito de “¡Esto es un atraco!”. No les faltaba razón, pero el equipo tampoco daba muestras de poder revertir la situación.
De regreso de los vestuarios, Agada y Ejim dieron algo de esperanza situando el 46-51, pero otro parcial de 2-9 obligó de nuevo a Encuentra a parar el partido, ya que la diferencia superaba la decena de puntos (48-60). El equipo reaccionó, devolvió parte del golpe con un 6-0 (54-60, pero ahí acabó la remontada. Los árbitros volvieron a acribillar a faltas a los leridanos y el Valencia, a base de tiros libres, fue incrementando su ventaja hasta los 16 puntos al final del tercer periodo (57-73), con Pradilla de estilete.
El partido estaba ya para un milagro, que por supuesto no se acabó dando. Tras un parcial de 2-8 de salida del último asalto, con técnica al banquillo local y con Ejim cargándose con la cuarta personal, la desventaja creció hasta los 22 puntos (59-81), la máxima de todo el partido. El equipo estaba abatido, frustrado por su desacierto y poniendo demasiado el foco en los árbitros, lo que hacía presagiar un descalabro, pero supo sacar el orgullo y al menos no se dejó ir ante un Valencia que no apretó el acelerador y vivió de rentas hasta el final, sumando la tercera victoria e infligiendo al Hiopos un baño de realidad.