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ENTREVISTA

Marta Quintana: 'Si consideras que un bar te ha servido un café mal hecho, tienes derecho a no pagarlo'

Marta Quintana se define a sí misma como “una abogada rara” y, de entrada, este es un buen punto de partida para prestar atención a la explicación de lo que hace. Junto con su marido, agrónomo, llevan una gestoría alimenticia con sede en Almacelles dedicada al derecho alimenticio. Consiste, entre otros, en saber etiquetar los productos para la exportación, en conocer la ley de alérgenos (en España y Europa) y en tener las bases legales para hacer una buena publicidad. En este sentido, Marta es contundente: “Compramos marketing”. El derecho alimenticio esconde sorpresas como que es legal cultivar marihuana.

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¿Qué hace una gestoría alimenticia?

Asesora legal y técnicamente todo tipo de empresas relacionadas con la alimentación. El derecho alimenticio es bastante desconocido y, en cambio, absolutamente necesario para que tu empresa evolucione y evitar problemas graves. Generalmente, si vienen a nosotros, es porque se han encontrado con algún problema, pero lo que realmente sería interesante es que se asesoraran en derecho alimenticio de manera preventiva. La gente piensa que cumplir la ley es caro, pero lo que resulta caro es pagar una multa de 600.000 euros por incumplimiento de la normativa de alérgenos, por poner un ejemplo. La prevención siempre es más económica y te hace más competitivo.

¿Se ha encontrado con algún problema grave?

Sí. Un restaurante vino a la gestoría porque habían dado un plato a una niña alérgica sin informar del riesgo. Estuvo a punto de morir. Por ley, los restaurantes están obligados a facilitar a los clientes la ficha de cada plato, en la cual se especifica el riesgo de contenido de alérgenos.

¿Cómo es posible que los restaurantes no cumplan la ley?

Es un hecho. Y hay tres explicaciones para este hecho intolerable. Las inspecciones no son lo bastante completas, el sector no está profesionalizado y los consumidores nos quejamos poco.

Desarrollamos lo que dice. ¿Qué quiere decir que el sector de la restauración no está profesionalizado?

Hoy en día, cualquiera puede abrir un bar o un restaurante. Y no es lo mismo cocinar en casa que en un restaurante, se tienen que tener en cuenta muchas cosas que no se tienen. Organizo cursillos de alérgenos a los cuales no viene nadie, aunque les salga gratis, porque no hay concienciación. Piensan que no pasará nada, pero si pasa alguna cosa, puede ser mortal. No hablamos solamente de las fichas de los platos o del cartel alertando de que en aquel establecimiento son sensibles a los alérgicos, sino también de tener en cuenta la separación de utensilios para cocinar los platos libres de alérgenos para evitar trazas. Todo el mundo tiene derecho a poder salir a comer y cenar a los restaurantes y cada vez hay más personas intolerantes o alérgicas al huevo, la leche o los frutos secos, que son algunos de las principales. En este sentido, siempre digo que hay una gran oportunidad de negocio que no entiendo como no ha visto a nadie: un bar o restaurante totalmente respetuoso con los alérgenos.

Decía que nos quejamos poco. ¿En este sentido, tenemos derecho a dejar de pagar un café malo?

Sí. Lo que se tiene que hacer es pedir la hoja de reclamaciones y hacer constar que hemos dejado a deber el café, o el plato, o el menú entero. Una copia se tiene que entregar en la Oficina del Consumidor de la Agencia Catalana del Consumo, que son muy efectivos en el proceso. Primero, hablarán con el restaurante y harán las comprobaciones necesarias y, después, te hacen llegar las consecuencias del proceso.

¿No nos pueden imponer una penalización por no pagar? ¿Y si llaman a los Mossos?

Lo máximo que te puede pasar es que, al finalizar el proceso, tengas que pagar la deuda. Si es un café, pues un café. Si se personan los Mossos, se les dan las explicaciones pertinentes y se procede con la denuncia a Consumo. Ningún problema.

Pero eso no lo hacemos.

Está la creencia que es un trámite largo e infructuoso, y no es así. Por otra parte, yo digo que estaría bien incluir en la escuela y el instituto clases de derecho alimenticio para poder conocer y ejercer nuestros derechos como consumidores.

Una de las cosas que hace es asesorar en el etiquetado de los alimentos. ¿Nos podemos fiar de lo que dicen las etiquetas?

En la mayoría de los casos, no. Lo que compramos es marketing. Una empresa tiene que poder demostrar científicamente y legalmente que las palabras que utiliza para vender su producto son verdad. Hoy en día, se utilizan palabras como saludable o ecológico con mucha frecuencia, y no siempre es verdad. Por ejemplo, Danone tuvo que rectificar la publicidad del producto Actimel en que publicitaba que mejoraba las defensas porque la Agencia de Seguridad Alimenticia (EFSA) dijo que no había ninguna evidencia científica que avalara las bondades que la marca anunciaba, aunque Danone presentó estudios en los cuales, según ellos, se demostraba que sí, pero fueron rechazados por el EFSA. Por eso, Actimel añadió vitaminas B6 y D para poder publicitar estas propiedades. Además, hay otra cosa: todos estos productos que incluyen omega 3 u otras vitaminas prometiendo beneficios hace falta saber que lo que hacen es añadir estos componentes en pequeñas cantidades para poder publicitarlos, pero para que produzcan efectos en el organismo tendríamos que ingerir mucha cantidad cada día. Es absurdo cuando hay alimentos en nuestra dieta que ya llevan la cantidad necesaria para nuestro bienestar.

¿Y qué recomienda?

A los consumidores, que sean conscientes y no se dejen engañar. A las empresas, asesoramiento. Hasta ahora, hemos hablado de alertas, pero también podríamos hablar de los beneficios de conocer la ley y los procesos de los sistemas alimenticios.

¿A qué se refiere?

Muchas veces visito empresas que hacen cosas en su proceso productivo que son únicas y exquisitas, dignas de publicitarlas. Es importante trabajar la comunicación, pero en Lleida, en general, nos falta autoestima empresarial. Y aquí se hacen cosas muy bien hechas que no se conocen.

Cambiamos de tercio. El derecho alimenticio incluye la marihuana. ¿Por qué hay países donde se pueden hacer infusiones de maria y de otros que no?

En Europa hay una legislación armonizada para muchos alimentos, que incluyen plantas, pero la marihuana y la estevia no lo están. Eso significa que cada país decide su legislación. En este sentido, encontramos que Italia autoriza la semilla del cáñamo y España no, pero por reconocimiento mutuo se puede importar el producto aquí, aunque no sea legal su producción. Lo que sí que se puede hacer en España es cultivar un tipo de planta de marihuana que lleva menos del 0,2% de THC, que es la sustancia psicotrópica. Las plantas que tienen menos del 0,2% de THC no están consideradas droga.

¿Y si no se pueden hacer infusiones ni nada, qué se hace?

Tejidos y construcciones. Lego, por ejemplo, hace piezas, porque la hoja de la marihuana es muy consistente. Si alguien hiciera infusiones, sería alegal, no ilegal, porque la planta es legal.

¿Pero cómo se sabe si una plantación de marihuana es legal o no?

Es un riesgo económico. En Europa tienen maneras de hacer el análisis in situ, pero en España se llevan la planta, destrozan la plantación y, si después resulta que es legal, el mal ya está hecho.

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