BARRIOS
Dirigentes vecinales de Lleida sin relevo generacional: «Tener que asumir una responsabilidad por la que no se cobra no gusta»
Más de un tercio de las asociaciones vecinales tienen presidentes con más de una década en el cargo, reflejando una crisis de participación ciudadana en el movimiento vecinal

Imagen de esta semana de la reunión del ayuntamiento con todos los presidentes vecinales de la ciudad en la Llotja. - SCD
Las asociaciones vecinales de Lleida afrontan una grave crisis de renovación en sus directivas, con trece de los 33 presidentes que integran la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAV) ocupando el cargo durante más de diez años. Esta situación, que refleja la dificultad para encontrar relevo generacional, quedó nuevamente evidenciada el pasado 2 de abril cuando la asociación de vecinos de Ciutat Jardí celebró una asamblea en la que, por tercer año consecutivo, no se presentó ningún voluntario para relevar a su junta directiva.
El fenómeno no es aislado y se ha convertido en un problema generalizado que afecta a numerosas entidades vecinales de la ciudad. La consecuencia directa es la permanencia prolongada de algunos presidentes, que llevan 10, 15, 20 o incluso 40 años en el cargo ante la falta de candidatos dispuestos a tomar el relevo. Según datos proporcionados por la propia FAV, aunque doce asociaciones cuentan con directivos que llevan menos de cinco años en el cargo, el estancamiento en los puestos de responsabilidad es una tendencia preocupante que los propios dirigentes vecinales reconocen como un problema estructural.
Los presidentes actuales coinciden en señalar que el principal obstáculo para la renovación reside en la naturaleza del trabajo vecinal: "una responsabilidad que obliga a dedicar buena parte de tu tiempo por una causa altruista", sin compensación económica y con una considerable carga de trabajo y responsabilidad.
Testimonios de veteranos del movimiento vecinal
Entre los casos más destacados de longevidad en el cargo figura Jaume Millas, quien en 2026 cumplirá 40 años al frente de la asociación de Jaume I. "Claro que me he planteado pedir que me releven muchas veces, pero no hay manera", explica Millas, quien atribuye esta situación a factores demográficos y sociales: "En el Centro Histórico hay mucha gente mayor que no quiere implicarse en este tipo de temas y, por otro lado, los jóvenes no tienen tiempo". A pesar de ello, Millas manifiesta su intención de seguir "como mínimo hasta 2026" para después "reflexionar si sigo adelante o tiro la toalla definitivamente".
Otra veterana es Mari Carme Guerrero, quien lleva dos décadas presidiendo la asociación de La Bordeta. Desde su experiencia, considera que las obligaciones laborales o familiares no deberían ser un impedimento: "Siempre puedes encontrar tiempo para implicarte y colaborar, aunque es cierto que un trabajo como estar en una junta vecinal, en la que no se cobra y es totalmente altruista, no gusta en general".
Esta visión es compartida por Veni Ros, al frente de la asociación de Cappont desde 2013, quien reconoce que "nuestra labor es muy sacrificada y poco agradecida, a veces debes dejar a un lado tu vida personal o laboral para trabajar por tu barrio y no todos pueden hacerlo, sobre todo los jóvenes". Sin embargo, Ros se muestra optimista respecto al futuro, ya que considera que en su junta "hay varias personas que podrían coger el relevo perfectamente".
Propuestas para fomentar la renovación en las asociaciones vecinales
Toni Baró, actual presidente de la FAV y quien anteriormente estuvo 14 años dirigiendo la asociación de Balàfia, admite la magnitud del problema: "Es muy difícil encontrar un relevo hoy en día, hay a veces una cierta comodidad que hace pensar a los vecinos que como ya hay alguien al frente pues ya está bien, pero como tampoco vamos sobrados de voluntarios hay que avanzar con lo que tengamos".
Ante esta realidad, Baró propone dos medidas concretas para facilitar el relevo generacional. Por un lado, aboga por "quitar peso a los presidentes y dar una visibilidad más coral a toda la junta", distribuyendo así las responsabilidades entre más personas y haciendo los cargos más accesibles. Por otro lado, sugiere establecer límites en la duración de los mandatos, "como ya hemos hecho en la junta de la FAV a dos", para garantizar la renovación periódica de los cargos directivos.
El impacto del envejecimiento en el movimiento vecinal
La crisis de renovación que experimentan las asociaciones vecinales de Lleida es también un reflejo del progresivo envejecimiento de sus miembros activos. La falta de incorporación de gente joven no solo afecta a la ocupación de cargos directivos, sino que también influye en la vitalidad y capacidad de innovación de estas entidades, fundamentales para la vertebración social de los barrios.
En el caso de barrios históricamente degradados, como señala Jaume Millas, la situación es especialmente complicada, ya que "la degradación que vive el barrio hace pensar a muchos si vale la pena luchar tanto, porque la situación es la que es". Este desánimo, unido a la falta de resultados visibles, puede actuar como factor disuasorio para nuevos participantes.