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PANORAMA

Una Diada a medio gas

La ANC y Òmnium, optimistas en relación a la participación en la manifestación de Barcelona || El independentismo llega a este 11-S dividido y con la mirada puesta en la mesa de diálogo

La ANC de Lleida vende camisetas y tickets para la manifestación del 11-S en la calle Acadèmia.

La ANC de Lleida vende camisetas y tickets para la manifestación del 11-S en la calle Acadèmia.MAGDALENA ALTISENT

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Barcelona, 10 de julio de 2010.

Más de un millón de personas salen a la calle para protestar contra la sentencia del Constitucional que “se cepilló”, en palabras del socialista Alfonso Guerra, el Estatut de 2006. Pocos podían aventurar entonces que, a lo largo de la década siguiente, Catalunya viviría inmersa en una montaña rusa que llevó al país, en unas horas, de la antesala de la independencia a la pérdida de facto del autogobierno.

Fueron años de manifestaciones multitudinarias de la ANC en la Diada, siempre con un objetivo concreto: bien fuera el de defender la consulta del 9-N de 2014, bien el de ganar las elecciones del 27-S de 2015, bien el de hacer posible el referéndum del 1-O de 2017.

A pesar del garrotazo del 155, el independentismo siguió movilizado en 2018 y en 2019, alcanzando el súmmum con la sentencia del Supremo a los líderes del primero de octubre. Después, la pandemia lo detuvo todo en seco y el 11-S del año pasado no fue ni la sombra de sus predecesores.

Alguien dijo que fue una Diada festiva, “como eran las de antes”: una jornada que los catalanes aprovechaban para descansar, salir de excursión, quedar con amigos.

Con una situación sanitaria mejor que en 2020, pero con ERC y JxCat a la greña continuamente y con la mirada puesta en la mesa de diálogo que se reunirá en unos días, la ANC asume este año el reto de conseguir movilizar a un número suficiente de independentistas como para que, al día siguiente, a muchos no se les llene la boca de hablar sobre cómo baja el suflé del procés. Y es que, pese a que el independentismo gana en las urnas, el quid de la cuestión estriba en la capacidad de movilización de unas bases que han visto como estamos a 2021 y ven lejana la independencia que, en 2016, se les prometió en un plazo de solo 18 meses.

La ANC afirma que las inscripciones para la marcha de la Diada en Barcelona van a buen ritmo

Jordi Alsina, de la ANC de Lleida, se muestra optimista de cara a la participación en la manifestación de Barcelona y afirma que la venta de camisetas y de tickets de autobús para acudir a la ciudad condal el 11-S “va a buen ritmo”.

También Eloi Bergós, coordinador de Junts en Ponent, cree que los catalanes “siempre estarán” movilizados en la Diada. “Haremos todo lo posible para que la gente salga a la calle en todo el territorio”, explica.

Miquel Serra, presidente de la Federación leridana de ERC, afirma, por su parte, que las bases están ahora “a la expectativa” y que su fórmula es la de la vía dialogada.

El 11-S llega con el ‘procés’ sumido en un ‘impasse’ a la espera de ver los frutos de la mesa de diálogo

Más prudente se muestra Manel Solé, líder del PDeCAT en la veguería de Lleida, que entiende que el procés está en una situación de impasse. “Creo que no será una Diada tan potente como las anteriores porque la gente está más preocupada por el futuro económico y por superar la pandemia”, apunta.

Igualmente, Andreu Vàzquez, presidente de Òmnium en Lleida, achaca al virus que la gente sea más reacia a ir a la manifestación del 11-S. “Esperarán a última hora para apuntarse”, añade.

Pau Juvillà, diputado leridano de la CUP, admite que “hay un desgaste en el movimiento independentista porque es difícil sacar a millones de personas a la calle año tras año”. “El objetivo ahora es mantener las movilizaciones con el máximo de gente posible y la voluntad de convertirnos en un país libre e independiente”, asegura.

El diagnóstico es radicalmente distinto desde el espacio de los comunes. Jaume Moya, portavoz de Catalunya en Comú en Ponent, considera que la ANC ha perdido “transversalidad” y que los suyos “no están cómodos” detrás de una pancarta que pide directamente la independencia “sin especificar cómo hacerlo ni en qué consistirá”. “Esta ANC, diferente de la de 2013, ha empequeñecido la movilización”, sentencia.

Por su parte, María Burrel, secretaria provincial de Ciudadanos, percibe “más deshinchado” al independentismo este año, “pero ya lo veremos”. “La gente está cansada de la brecha social generada por los secesionistas”, sostiene. Burrel apuesta por trasladar la Diada al 23 de abril y pone el acento en que ayer y el viernes hizo cuatro años de los “plenos de la infamia”, en los que el Parlament aprobó las leyes de desconexión.

Xavi Palau, presidente del PP en Lleida, ve el 11-S como “un festivo corriente” y avisa de que no contribuirá a “politizar” una jornada festiva. “Queremos una Diada integradora para todos los catalanes”, concluye.

Con todo, el pulso que se mida el próximo sábado en las calles influirá, sin duda, en la reunión de la mesa de diálogo. ERC y JxCat acuden divididos a esta cita. Los socialistas, entretanto, sostienen que “todos desde sus posiciones han de ser capaces de llegar a puntos en común y cerrar acuerdos”.

Así lo verbaliza Òscar Ordeig, diputado leridano del PSC, que confía en “poder hablar de todo” para “abrir una nueva etapa”, y manifiesta que las reivindicaciones socialistas por el 11-S se centrarán en la recuperación económica, la lucha contra el virus y la cohesión social.

La ANC de Lleida vende camisetas y tickets para la manifestación del 11-S en la calle Acadèmia.

La ANC de Lleida vende camisetas y tickets para la manifestación del 11-S en la calle Acadèmia.MAGDALENA ALTISENT

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