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Si por algo nos caracterizamos todos es porque manifestamos una serie de características llamadas rasgos de personalidad, que en las personas adultas y maduras permanecen casi invariables en el tiempo, constituyendo lo que se llama la estructura de nuestra personalidad y que está en el origen de nuestro comportamiento. Esa “constancia”, lejos de ser un inconveniente, tiene la ventaja de hacernos previsibles y reconocibles ante los demás. De ahí que cuando pensamos en alguien nos atrevemos a predecir su carácter y comportamiento frente a una situación concreta. Si estas características fuesen totalmente cambiantes ante una misma situación, su entorno no sabría nunca qué esperar de la conducta de cada persona. También es evidente que nuestras capacidades cognitivas y comportamentales son relativamente dinámicas y nos permiten evolucionar, especialmente en aquellos casos en que previamente haya habido déficits durante el aprendizaje.

Prohibido adaptarse a la nueva realidad

Una de las consecuencias que indirectamente provoca el virus es la de actuar como un estresor que pretende someternos a todos, individual y colectivamente, a su tiranía, y derribar las paredes de nuestra fortaleza emocional. Las consecuencias psicosociales provocadas por el virus las recoge en un trabajo de investigación la Dra. Nekane Balluerka Lasa, catedrática de Metodología de las Ciencias del Comportamiento y rectora de la Universidad del País Vasco. En su trabajo, la doctora señala cómo la pérdida de los hábitos y la instauración de las normas necesarias desde el punto de vista sanitario acaban influyendo en nuestros hábitos de relación con las demás personas, que, en muchos casos, pasan a ser verdaderos desconocidos, en parte por la mascarilla y en parte porque pasamos a ignorarlos ante el miedo al contagio. Entre las variables que se señalan como causantes en el impacto psicológico (miedo, aburrimiento, frustración, etc.), se señala el hecho de no disponer aún de información precisa sobre las pautas de actuación, en cuya solución la comunidad científica está luchando contra reloj.

Frente al nuevo estresor, resiliencia

Recordemos que para vencer al nuevo estresor contamos con una aliada, la resiliencia. Un concepto que la psicología ha tomado prestado de la Ingeniería de Materiales, la que estudia de qué están hechos los productos que usamos a diario. Se refiere a la capacidad de estos para soportar esfuerzos de deformación y volver a recuperar su estado inicial. En psicología, la Dra. Emmy Werner utilizó el término en inglés resilience para definir la resistencia ante la adversidad cuando esta venía acompañada de una capacidad de adaptación o elasticidad. Para ser resiliente no basta con ser fuerte, duro y resistente ante los acontecimientos. La ecuación de la resiliencia solo es posible igualarla si a la resistencia le sumamos la variable flexibilidad. A la hora de trabajar en pro de aquellos aspectos que fortalezcan nuestra resiliencia y la de los demás, hay algunos que son clave, como lo es la confianza, en este caso hacia los profesionales que están trabajando para vencer al virus. Hacerlo incrementará su autoestima y la

nuestra frente a las nuevas dificultades.

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