¡Por favor, basta ya!
n Que La familia de la tele tenía los días contados es algo que saben hasta en los límites más lejanos del imperio. El programa no ha funcionado, y por fin se acabó este sufrimiento. Pero dicho esto tampoco parece de recibo prolongar la agonía de sus protagonistas. Al fin y al cabo, ellos no tienen la culpa. En cualquier caso, el responsable fue quien los contrató, porque de María Patiño para abajo no han hecho otra cosa que hacer lo único que saben. Llevan ya mucha mili encima para cambiar. Por eso, desde aquí, ya pedimos que se parara ese carrusel en el que han convertido a ese programa. A primera hora de la tarde, luego seccionado con las telenovelas en el centro, y ahora a partir de las siete de la tarde tras El club de La Promesa. Y mientras tanto, la audiencia siguió bajando. En el estreno de su nueva franja no llegaron ni al cinco (4,2 para ser más exactos). Parecía de una crueldad extrema mantenerlos ahí, en directo, porque su actitud, no lo duden, no es la misma. No es por hacer un chiste fácil, pero debían de estar en plan de “¡Para lo que me queda en el convento...!”