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Los líderes también lloran

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Mucho se ha hablado y publicado sobre liderazgo, así como sobre la marcada diferencia entre jefes y líderes. Durante años, quienes han investigado sobre este apasionante tema, describen diversas competencias, habilidades y estilos. Encontraremos auténticos manuales que definen a la perfección las cualidades de un auténtico líder, y lo cierto es que puede llegar a ser tan complejo como lo de comer 5 piezas de fruta al día, es decir, o nos sobra fruta, o nos falta día. Es difícil contar con el amplio catálogo de formas existentes, se habla entre otros de estilos autocráticos, necesarios en algún momento determinado, pero que desmotivan con el tiempo; democráticos, buenos para tareas poco importantes, aportan poco valor; afiliativos, buenos cuando lo que prima es ganarse la confianza de un grupo, pero no aportan resultados. Se habla de estilos visionarios, que influyen y arrastran a las masas; Se define también al líder transformacional, este último es el más efectivo en todas las culturas y situaciones, pero muy especialmente en ambientes inestables y dinámicos (Bas, 1985). No obstante, probablemente una de las mejores habilidades con las que puede contar un líder, es la agilidad de saber utilizar el estilo más adecuado en función de la necesidad o momento. Si bien existen líderes naturales, pues basta con observar un patio de escuela para ver quién desde la infancia apunta maneras, también existen formaciones rigurosas y basadas en la evidencia científica, que pueden contribuir a desarrollar habilidades y competencias para quien navega en el mundo de la gestión de equipos. Por otro lado, referente a la multitud de frases hechas que podemos encontrar comparando jefes y líderes, probablemente todos identificaríamos rápidamente la diferencia tan solo observando actitudes y conductas. Flaco favor han hecho programas de televisión tipo El jefe. Ejecutivos camuflados entre su equipo que días después retiraban su disfraz, y adoptando una actitud paternalista procedían a corregir y castigar, o bien a bendecir y recompensar. Casposo y caricaturesco. El reconocimiento a las personas de una organización es un concepto profundo, se trata de toda una cultura de apoyo y atención al individuo y al grupo (Modelo de excelencia EFQM, 2013). Pero, ¿Cuánto de auténtico debe tener un líder? Goleman habla de autoconciencia y autoconocimiento, de saber de uno mismo puntos fuertes, debilidades, limitaciones, y conocer las propias emociones e impulsos. Todo ello muy vinculado a la autoconfianza, la autenticidad y a la seguridad. Autoliderazgo para liderar, dirigir y acompañar a un grupo hacia los objetivos logrando juntos el éxito. Según Goleman, “Un bajo nivel de inteligencia emocional en el trabajo tiene un coste inevitable en los resultados económicos”. A lo largo de mi vida profesional he tenido la suerte de conocer y aprender de auténticos líderes. Todos ellos tenían en común una gran profesionalidad, destacada creatividad, visión, valentía. Son personas emprendedoras y apasionadas por lo que hacen, trabajadores incansables, que seducen y generan verdadera influencia social. Pero, ante todo, personas auténticas que sienten, se emocionan, y destacan por contar con diferentes dimensiones de inteligencia emocional. Cuando el líder encuentra el justo equilibrio entre la cabeza, el corazón, y poniendo sus manos para trabajar duro, se convierte en referente y en el líder que el grupo reconoce. Va por ustedes: Armand, María, Carmen y Estel.

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