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¿Cómo hago sentir a los demás?

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Muchas personas, que creen ser grandes líderes, nunca se hacen esta pregunta. Piensan que lo importante del liderazgo son otras cosas: estar bien relacionado, tener prestigio profesional, ser buen comunicador, tener experiencia en el cargo, y otras por el estilo.

Sin embargo, aunque aquellas cosas puedan ser necesarias para ser un buen líder, no son suficientes. A los líderes los seguimos por las emociones que causan en nosotros, no por sus dotes personales o profesionales.

A ti te lo digo bien claro, si pretendes ser de verdad un líder: “Si no sabes crear emociones positivas potentes en tu equipo, no te verán como verdadero líder.” Podrás tener autoridad sobre el equipo, porque eres su jefe y te han de hacer caso obligatoriamente, pero no darán por ti ni un ápice más de lo estrictamente necesario. Serás un administrador, no un líder.

Todos sabemos que la confianza y la cooperación son imprescindibles para el trabajo en equipo. Son imprescindibles para hacer frente a problemas nuevos y complejos, como los que afrontan hoy en día las empresas. Son imprescindibles para ser creativos, para que cada individuo aporte lo mejor de sí mismo/a.

Pues bien, la confianza y la cooperación son sentimientos, no son ideas. Yo puedo decirle a otro: “Quiero que me tengas confianza”; pero eso no basta para que así suceda. La confianza no la genero yo en el otro con palabras, sino con acciones que le demuestren que sí le interesa confiar en mí. Ese clima, esas acciones que causan emociones en los demás, las ha de generar el líder.

El líder es el responsable directo de crear las emociones que hacen que el equipo trabaje ayudándose unos a otros de la mejor manera posible. El equipo es el motor; las emociones son la gasolina. Y, me preguntarás: “¿Qué acciones ha de realizar el líder para generar esas emociones potentes y positivas en el equipo?”

Pues bien, un ejemplo sencillo a seguir y que funciona es asimilar el líder a un padre. En efecto, el padre proporciona educación, castiga, premia, quiere para sus hijos lo mejor. Incluso desea que sus hijos lleguen adonde él no pudo llegar…

Si en una familia algo no funciona, el padre no engaña a sus hijos. Les dice la verdad: lo que falla y lo que va bien. ¿Funciona a largo plazo mentir a los hijos?... Pues, ¿quién puede creer que es bueno para el equipo engañar a los subordinados?...

Los grandes líderes nunca sacrifican a su gente para que les salgan los números. Antes, sacrificarán a los números para proteger a su gente.

En épocas de crisis y de carencia de recursos, aplican aquella regla tan lógica y que siempre da buenos resultados: recortar un poco las nóminas de todos, empezando por él mismo, antes que recortar toda la nómina de unos pocos (los defenestrados o despedidos). Se ha demostrado, empíricamente, muchas veces que los líderes que actúan así en épocas difíciles, se ganan la confianza de su gente y sube mucho la moral de toda la plantilla.

Los líderes son los que se sacrifican primero, los que asumen los riesgos más altos. “El liderazgo es una decisión personal, no un puesto de mando en un organigrama.”

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