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Ganar o perder, cuestión de actitud

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La Vanguardia publicaba el pasado 9 de mayo que la derrota del FC Barcelona en los grandes escenarios de la Champions no se produce solo por una cuestión física, ni solo por un motivo futbolístico, sino también por razones de índole mental y amor propio.

De las últimas ocho eliminatorias en la Champions, solo ha vencido en un partido fuera (en Old Trafford) por cinco derrotas (Atlético, PSG, Juventus, Roma y Liverpool) y dos empates (Lyon y Chelsea).

El bloqueo psicológico supone una rémora insuperable para el Barça.

Rafa Nadal, en uno de sus Open contra Federer, le dijo a su tío que quizá no ganaría el Open, pero que él no iba a perder la competición.

Rafa Nadal tiene actitud de líder. Y no porque gane todas sus competiciones, sino porque su mente está preparada para la adversidad, para contraatacar, para sobreponerse, para luchar, perseverar y salir con excelentes aprendizajes de todas sus derrotas.

Michael Jordan, que jugó 15 temporadas en la NBA, del 1984 al 2003, con 6 anillos de Campeón de la NBA, elegido 10 veces máximo anotador de la temporada NBA, dos medallas olímpicas de Oro (una en Barcelona 92), y con muchos otros méritos deportivos, aduce su éxito al número de derrotas, fallos y errores cometidos que ha estudiado con detenimiento para mejorar, aprender y mirar siempre hacia delante.

¿Tiene esa actitud el Barça? Según parece, no. La mente, al igual que el cuerpo, requiere entrenamiento, y ese parece ser uno de los gaps más importantes del Barça últimamente. Así que la buena noticia es que si la dirección técnica del club, finalmente, se da cuenta, pueden formar a sus jugadores como ganadores.

Pero no se fijen ahora solo en el Barcelona. Fíjense también en su empresa, en sus equipos técnicos, comerciales y directivos. ¿Tienen la actitud de Nadal y Jordan?, ¿están orientados al éxito, a resultados?, porque ello querría decir capacidad para arriesgarse, tomar decisiones, equivocarse, aprender de ello, no desfallecer, creer en su misión y en sí mismos, en su talento y experiencia.

Y, por otro lado, no menos importante, como empresa, si queremos construir equipos de líderes, debemos confiar en ellos, empoderarlos, permitir que se equivoquen y estar ahí para apoyarles, orientarles e incentivarles para que perseveren y continúen aprendiendo.

No hay mejor forma de confiar en uno mismo que observar el pasado y ver lo que hemos conseguido. El superar adversidades nos hace más fuertes y confiados. Alcanzar objetivos, por pequeños que sean, también.

El éxito y el fracaso van de la mano. De ambos se aprende si uno está orientado a ganar. Como profesionales, al igual que Michael Jordan, ¿sabemos cuáles son nuestros errores? ¿Los tenemos definidos y razonados? No podemos aprender si no tomamos consciencia del fracaso. No podríamos ganar si no aprendiéramos de él. Ese es el camino del éxito. Porque, como decía Sócrates, la excelencia es un hábito, y un hábito se puede aprender.

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