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Tu proyecto vital

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Recientemente nos dejaba una de esas personas que no te dejan indiferente. Eduard Punset despertó en muchos de nosotros la curiosidad por conocer lo desconocido, por aprender y atesorar conocimiento. Su programa de televisión Redes se centró durante 18 años en la divulgación científica. Algunos de sus libros profundizaron en las emociones, por ejemplo, Viaje al optimismo, El viaje a la felicidad o Viaje a las emociones.

Su fortaleza vital y sus ganas de vivir nos dejaron una frase para el recuerdo: “Yo, probablemente, no me moriré nunca. No está demostrado que yo vaya a morir.” Lo cierto es que su legado estará siempre entre nosotros. No le faltaba razón. El proyecto vital es la manera que tenemos las personas de plantearnos nuestra existencia para conseguir nuestras metas personales y profesionales. Es fundamental tener claro cuál es nuestro proyecto de vida. Conocer nuestra visión, misión, valores y objetivos en cada momento. Saber priorizar y centrarnos en las cosas importantes. Nuestro proyecto irá cambiando en función de las circunstancias, la edad y muchos otros factores.

Una de las técnicas de PNL (Programación Neurolingüística) son los anclajes. Para Pavlov son la asociación de un estímulo a una respuesta fisiológica. Las personas necesitamos anclajes porque nos ayudan a alcanzar retos. Imaginarnos ciertos estados emocionales nos ayuda a conseguir lo que queremos. Precisamente Punset nos dijo que “sin emoción no hay proyecto”. La base de la motivación es la emoción con la que nos propulsamos hacia el futuro. Los proyectos vitales nos enganchan porque requieren todo nuestro talento. Con toda probabilidad, las mejores decisiones no sean fruto de una reflexión del cerebro, sino del resultado de una emoción.

Un proyecto de vida nos da un porqué y un para qué en nuestras decisiones personales y profesionales. De ahí la importancia de planificar. Toda planificación estratégica pasa por preguntarnos dónde queremos estar sentados de aquí a cinco años o quince. Saber qué queremos conseguir. Aunque los proyectos vitales son individuales, normalmente van a tener que coordinarse con otros planes vitales, por ejemplo, en el trabajo con el resto de compañeros. Y precisamente aquí es donde pueden producirse incompatibilidades.

Las empresas también tienen su proyecto vital, que conocemos como plan de empresa. Se trata de una herramienta imprescindible para poner en marcha un proyecto empresarial, ya que identifica, describe y analiza una oportunidad de negocio, examina su viabilidad técnica, económica y financiera y desarrolla todos los procedimientos y estrategias necesarias para convertir la citada oportunidad en una realidad.

En ambos casos, ya sea en el ámbito personal o empresarial, se requiere del autoconocimiento (análisis interno), de la vitalidad o energía para desarrollarse (plan operativo) y del dinamismo (marketing mix). Contar con un proyecto de vida nos proporciona un comportamiento coherente en nuestras decisiones. Y sin duda va a sacar lo mejor de nosotros. Personalmente, no puedo entender un proyecto vital o un plan de empresa sin su esencia emocional. Los planes se hacen por y para personas y por eso deben estar condimentados por las emociones.

Pero hay que estar atento. Los planes vitales no siempre salen como uno quiere y por eso hay que tener preparados los planes de contingencia. Sé previsor, minimizarás riesgos y dormirás más tranquilo.

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