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Los inquilinos de la Torre Vicens

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La Torre Vicens se encuentra abandonada, con su fachada principal, balconada incluida, apuntalada y amenazando un inminente desplome. Situada en el barrio del Secà, el inmueble y parte del jardín son actualmente propiedad de la Diputación de Lleida. En el año 1937 la familia Vicens cedió a la ciudad la torre y la finca para usos benéficos.

Una parte de la finca se usó como nueva maternidad y otra parte para la comandancia de la Guardia Civil y el instituto de educación de secundaria que actualmente lleva su nombre. Es lamentable que, de nuevo, el patrimonio de nuestra ciudad, un inmueble inventariado y catalogado como Bien de Interés Local (BCIL), esté olvidado por la administración. Ha llovido mucho desde que en el año 2007 se realizara la última intervención de consolidación, restaurando la cubierta y las dos fachadas de este emblemático edificio histórico que sirvió durante unos años como escuela taller.

Desde entonces, el inmueble ha caído en el más absoluto abandono y lamentablemente se deteriora día tras día sin que a nadie parezca importarle. La torre, que había sido propiedad y morada de una familia bien posicionada de principios del siglo XX, tiene ahora nuevos inquilinos a modo de okupas. Varias familias de roedores que anidan en su interior y campan a sus anchas por el que fuera el jardín de la torre.

Estos nuevos ocupantes del inmueble visitan con demasiada frecuencia a sus vecinos del CRAE Llar Torre Vicens y la guardería municipal del Secà. Así pues, resulta que ni la guardería ni el centro de acogida temporal pueden permitirse tener las puertas y ventanas abiertas a no ser que quieran compartir espacio y juegos infantiles con las ratas. Ya es algo habitual, que no por ello normal, que las ratas invadan los espacios de la ciudad, pero la dejadez de las administraciones ante estos hechos no puede ni debe ser obviada ni tolerada.

Es necesario intervenir en un patrimonio que se nos está cayendo a pedazos, es necesario que se tomen las medidas adecuadas para garantizar la salubridad de un solar que linda con centros infantiles, es necesario que la Diputación de Lleida y el ayuntamiento se pongan las pilas y eviten que las plagas de roedores campen a sus anchas por la zona. Ya es primavera y la ciudad luce en todos sus barrios el esplendor del verde de matojos y herbajes variados que invaden por doquier aceras, parques y zonas más o menos ajardinadas. También los solares abandonados, como el patio de la Torre Vicens, que con la exuberante vegetación favorece la insalubridad del lugar.

Por toda la ciudad la hierba es tan densa y crecida que cubre hasta el mobiliario urbano, léase bancos, señalización vertical y papeleras, extrañando el que debería ser su normal uso. Los vecinos se están habituando a ver los espacios públicos, su barrio, su ciudad, convertidos en una auténtica selva mientras se preguntan por qué no se actúa al respecto. No es de extrañar que en estas condiciones el disgusto de los ciudadanos esté servido y que los únicos seres felices y contentos ante semejante situación sean los “malditos roedores”.

Es demasiado habitual y ya se ha convertido en una queja reiterada la falta de acción, la desidia y la inacción de las administraciones, que parece que han abandonado a su suerte a la ciudad y a sus vecinos. Las calles, los parques infantiles, el patrimonio cultural y arquitectónico, los espacios públicos. Pero no todo está perdido.

Yo sí creo que otra Lleida es posible y por eso espero que los actuales inquilinos de la Paeria y la Diputación sean desalojados de sus cómodas poltronas para dejar paso a los que sí queremos trabajar para cambiar Lleida; que dejen paso a los que sí creemos que es posible construir una ciudad más amable y cuidada, para todos; que dejen paso a los que sí creemos que Lleida es capital.

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