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BORJA ARRIZABALAGA*

El líder influyente ahora crea comunidades

(*) Cofundador y Chief Business Officer de TalensIA HR, Ingeniero, Executive MBA y Consultor de Talento y HRBP

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Te voy a decir una cosa que igual te suena rara (o igual no, si llevas tiempo en esto): cada vez mandan menos los que “mandan”. Y no, no es que haya anarquía (aunque a veces lo parezca), es que el liderazgo está mutando, como si fuera un Pokémon que ya no quiere lanzar rayos sino abrazos. Hoy el líder ya no es ese que se sube a la tarima, da un speech tipo TED y se va. No. El líder de verdad es el que baja al barro y construye comunidad.

Piénsalo un segundo. Las marcas personales que hoy lo petan, los CEO’s que inspiran, las jefas que cambian culturas... todos tienen algo en común: crean comunidad. O sea, no solo dirigen a un equipo. Crean un espacio donde la gente quiere estar, participar, aportar, crecer.

Y eso no se logra con poder. Se logra con presencia. Con vulnerabilidad. Con conversaciones reales. Con memes también, ojo, que el humor une. Se logra mostrando que eres humano, que también dudas, también fallas, también te cuestionas. Esa cercanía, esa autenticidad, genera una confianza brutal. Y donde hay confianza, nace comunidad.

Hay un ejemplo que me encanta: el de los fundadores de startups que no solo lideran sus empresas, sino que construyen comunidades en Twitter (bueno, X, pero ya sabes). Gente que comparte lo que aprende, lo que falla, lo que duele. Que te responde, que no está en un pedestal. Eso es liderazgo hoy. Y la consecuencia es brutal: atracción orgánica de talento, fidelidad de clientes, y cultura que se propaga sin PowerPoints.

Porque una comunidad no necesita normas escritas para saber qué se vale y qué no. Lo respira. Lo vive. Lo transmite. Y eso, amigo, amiga, es liderazgo del bueno.

También puedo decirte que no se finge. La comunidad no se construye desde el postureo, sino desde la coherencia. Desde escuchar de verdad, no solo para contestar, sino para entender. Desde abrir espacios seguros para que otros también brillen.

Si en tu caso, estás liderando algo (una empresa, un equipo, un proyecto o incluso tu Instagram), deja de pensar en “seguidores” o “empleados”. Piensa en comunidad. En conexiones reales. En espacios donde la gente se sienta parte de algo. Donde se atreva a hablar, a crear, a discrepar.

Y sí, cuesta. Requiere tiempo, escucha, saber encajar críticas y dejar el ego en la puerta. Requiere equivocarse, pedir perdón, empezar de nuevo. Pero vale cada minuto invertido. Porque una comunidad bien construida no solo te apoya cuando todo va bien. Te sostiene cuando todo tiembla.

Y esa es la clave: los líderes de hoy no solo inspiran con grandes discursos o metas ambiciosas. También sostienen cuando alguien flaquea, cuidan cuando se atraviesan momentos difíciles y acompañan, de verdad, en el día a día. No dirigen desde un pedestal, ni se esconden tras una puerta cerrada. Están ahí, al lado. Escuchando sin juzgar, tendiendo la mano sin pedir nada a cambio, compartiendo silencios cuando no hay palabras. Están presentes, con humildad y con coraje, reconociendo que liderar también es estar disponible, vulnerable, humano. Y eso, aunque parezca pequeño o invisible a simple vista, lo transforma todo. Porque cuando alguien se siente acompañado de verdad, florece. Y un equipo que florece, es imparable.

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