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BORJA ARRIZABALAGA*

Noa en 2040: liderar con corazón en la era digital

(*) Cofundador y Chief Business Officer de TalensIA HR, Ingeniero, Executive MBA y Consultor de Talento y HRBP

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Noa en 2040: del cristal a la fortaleza emocional en el liderazgo del futuro

Hoy es 17 de mayo de 2040. Noa tiene 33 años y le encanta el buceo. Pertenece a esa generación Z que en su adolescencia fue llamada “de cristal” (frágil y quebrantable) por su sensibilidad y su forma diferente de ver el mundo. Ahora lidera un equipo creativo en una empresa que diseña soluciones para mejorar la vida en ciudades sostenibles. Mientras toma café en su vaso reutilizable, sonríe: “Quién me iba a decir a mí, con 18 años, que estaría aquí”.

Noa recuerda su juventud en 2025, cuando todo era ansiedad climática, incertidumbre laboral y redes sociales saturadas. A través de su afición al buceo, aprendió a poner límites, a cuidar su salud mental, a pedir ayuda y a trabajar en equipo con sus compañeros de buceo. Esa experiencia, que muchos veían como debilidad, se transformó en su mayor fortaleza: una capacidad extraordinaria de empatía escucha y compañerismo. Hoy, en 2040, es su sello como líder moderno. Un líder que sabe como nadie la gestión de un equipo, y su alineamiento a un objetivo mayor: la vida de tu compañero que depende de ti y viceversa.

Su equipo es tan diverso como el mundo en el que vive. Personas de distintos países, edades y perfiles profesionales trabajan juntos en proyectos híbridos. Algunos colaboradores son inteligencias artificiales especializadas, pero Noa no las ve como amenazas, sino como compañeras de trabajo que liberan tiempo para la parte más humana: crear, imaginar, conectar.

Antes de cada reunión, Noa hace algo que parece mínimo, pero marca la diferencia: dedica unos minutos a preguntar cómo está cada persona. No es un protocolo, es un hábito. Así detecta tensiones, motiva y ajusta expectativas. Las IA procesan datos y emociones básicas, pero Noa sabe leer entre líneas y sostener silencios. “Eso no lo hace ninguna máquina”, piensa mientras observa las caras, reales o virtuales, de su equipo.

El liderazgo en 2040, para ella, no es mandar ni controlar. Es facilitar, acompañar y dar sentido. Su generación, la que fue “de cristal”, ha aprendido a valorar el bienestar y la autenticidad. En lugar de esconder su vulnerabilidad, Noa la comparte con prudencia: admite cuando se equivoca, pide ayuda cuando lo necesita y reconoce públicamente los logros de los demás. Así crea un clima de confianza donde las personas se atreven a arriesgarse e innovar. En su agenda de hoy hay también una sesión de aprendizaje inverso. Dos miembros jóvenes del equipo le enseñan nuevas tendencias en mundos virtuales colaborativos. Ella se ríe cuando algo no le sale a la primera: “Soy buena liderando personas, no menús holográficos”, bromea. Su equipo se ríe con ella, no de ella. Eso también es liderazgo: quitar solemnidad, mostrar humanidad.

El mundo de 2040 no es fácil. La crisis climática sigue marcando la agenda global, la automatización es masiva y la información se mueve a velocidades impensables. Pero Noa no se encierra en el miedo. Lidera con propósito. Su empresa destina parte de los beneficios a proyectos sociales y de regeneración ambiental. Para ella, el éxito no es solo económico, sino impacto positivo.

A veces, al terminar el día, Noa se queda unos minutos mirando las luces suaves del skyline verde de su ciudad. Recuerda a la adolescente que era, etiquetada como frágil, y sonríe. Esa fragilidad fue, en realidad, sensibilidad. Y esa sensibilidad se convirtió en visión. Su generación, antes criticada, ahora está enseñando a otras a liderar con más corazón y menos ego.

Antes de apagar las pantallas, Noa envía un mensaje al equipo: “Gracias por hoy, os leo mañana. Cuidaos mucho.” Sin KPI ni frases hechas. Pequeños gestos que construyen comunidad. Porque en 2040, liderar no va de algoritmos sino de relaciones. Va de cuidar lo invisible: la confianza, la energía, el sentido.

Quizá por eso, mientras cierra su libreta, sí, una libreta de papel, de las de siempre, Noa siente que está cumpliendo una promesa silenciosa con su yo de 18 años: demostrar que ser sensible no era un defecto, sino la base de un liderazgo más humano. En 2040, la generación “de cristal” no solo sobrevivió, sino que está marcando el camino de cómo liderar en un mundo hiperconectado con absoluta resiliencia, firmeza y voluntad inquebrantable, con alineamiento corporativo a través del compañerismo, la lealtad ¿Quién se lo iba a decir a la “generación de cristal”?

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