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En el documental Jordi Dauder, la revolució pendent (2012), dirigido por Antoni Verdaguer y centrado en buena parte en una entrevista a Dauder pocas semanas antes de su fallecimiento acaecido en el 2011, el director le preguntó qué era la vida para aquel hombre de dignidad extraordinaria, y la contestación fue tajante: “Muy corta”.

Ahora, Antoni Verdaguer se centra con Jaume Cabré: la música de les paraules en la figura de este gran escritor de las letras catalanas y compañero personal, y lo hace con ese estilo propio que sabe inculcar en sus trabajos, sin prisas y conectando con otras voces cercanas a Cabré, que entran al detalle sobre las virtudes de este hombre pausado.

En Jaume Cabré: la música de les paraules, el actor David Verdaguer recita pasajes con precisión de cirujano de una de las obras capitales de Cabré, Jo confesso. Todo en torno a un escritor que no abandonó nunca su lengua y que ha sido traducido a múltiples idiomas. Un hombre que hizo próximas novelas inolvidables como Viatge d’hivern, Les veus del Pamano –ambientada en el Pallars– o Jo confesso.

Verdaguer llegó a adaptar al cine La teranyina, de Jaume Cabré, que también firmó el guion junto a Jaume Fuster, Vicenç Villatoro y el propio Antoni Verdaguer.

Otro gran amigo, el músico Jordi Savall, explica en el documental, entre sonrisas, que Cabré es un músico frustrado y gracias a eso es un escritor fantástico, aunque nunca abandonase su violín y porque la música se encuentra muy presente tanto en su obra literaria como en este trabajo fílmico que reúne a críticos literarios, escritores y escritoras, lutieres, músicos, agentes literarios, amigos y amigas, traductores y traductoras, su esposa... Gente cercana, muy cercana.

Aquí, el escritor habla de su obra y de su vida, de sus deseos y sus sueños, de su poderosa reflexión sobre el mal, y recuerda del filósofo y musicólogo Vladimir Jankélévitch una frase que nunca olvidó: “Padre, no los perdones, que saben lo que hacen”.

Se adivina paciencia y admiración por parte del director, confesiones sinceras y tranquilas que resbalan entre encuadres precisos porque Verdaguer maneja con veteranía el oficio de dirigir, como Cabré el de escribir. Ahora que el tiempo pasa tan rápido como la vida en la mente de este hombre que de la palabra ha hecho su razón de ser y sentir, y que adivina que el desierto va llegando a su mente para borrar los recuerdos, lo íntimo, el nombre de las cosas, este documental no es ya solo un homenaje sino un abrazo sincero entre amigos que convivieron juntos tantas horas y tanta vida.

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