Vivir del cuento..., pero mal
Todos los niños del mundo, menos uno, crecen. Y no solo crecen, sino que en seguida saben que han de crecer”. De este modo se inicia una de las historias más hermosas y fantásticas creadas para cimentar la imaginación infantil. Se trata de Peter Pan, escrita hace más de cien años por el escocés J.M. Barrie y que todavía conserva ese halo imperecedero de las cosas mágicas.
Pues bien, todo esto lo masacra –nunca mejor dicho–, para mayor deleite de los amantes del slasher –que es lo mismo que decir cine sangriento protagonizado por un desequilibrado–, el actor, guionista, productor y ahora director británico Scott Chambers, muy vinculado a Jagged Edge Productions, productora que en 2023 ya destrozó un clásico como es el osito de peluche Winnie the Pooh, convirtiéndolo en un psicópata en Winnie the Pooh: Miel y sangre I y II. De este modo, el mundo de los cuentos tradicionales se ha transformado en fuente inagotable para lo truculento, siniestro y atroz como sello de identidad, baste decir que ya tienen preparadas sus versiones gore de Pinocho y de Bambi. Demencial.
La historia del niño que no quiso crecer ha sido mal apropiada en este Peter Pan: Pesadilla en Nunca Jamás, película enloquecida y sanguinaria, con un asesino mezcla del popular Joker, el payaso chungo de It y del Buffalo Bill de El silencio de los corderos, un tipo que está como una regadera, teniendo como rehén a una Campanilla heroinómana que cree en el polvo de hadas.
Este Peter Pan adulto, raptor de niños y asesino múltiple, está obsesionado con llevar a las criaturas al País de Nunca Jamás, o lo que podríamos decir, al otro barrio, y al que deducimos traumatizado y cuyo mapa corporal es un cúmulo de cicatrices.
Como contrapunto está Wendy, una adolescente intentando rescatar a su hermano de esa casa de los horrores inspirada en la de La matanza de Texas y enfrentada a un ser que es todo maldad.
Y aún así, pienso que los fervientes amantes del género se lo pueden pasar bien. De lo contrario, no tendría sentido hacer este tipo de películas.
Si hay que comparar, uno se quedaría, por ejemplo, con Freddy Krueger. Así, aprovecho para recomendar el magnífico libro escrito por el leridano José Mellinas Freddymania. Las crónicas de Elm Street, un estudio detallado sobre el ya mítico personaje y sus películas de culto. Eso es preferible a ver las feroces gamberradas de nuevos tarados que siempre amenazan con regresar con más entregas, a cada cual más desmañada. Pero claro, Freddy está a otro nivel comparándolo con este ya muy crecidito Peter Pan, y bastante más torpe.