El primer padre
Si bien esta película podía haber caído en el drama de pareja con niño, de esos que tanto abundan para buscar la lágrima fácil y el beneplácito de un público conquistado a base de ternurismo, La historia de Jim, aún teniendo sus puntos débiles –la tristeza enmarcada en el rostro del actor Karim Leklou, muy reconocido por sus buenos trabajos en Una cuestión de honor, El mundo es tuyo o Vincent debe morir–, le otorgan a este trabajo toda la humanidad que desprende su personaje, Aymeric, un hombre que deja que su vida transcurra sin más, saltando de empleo en empleo, expresidiario por hurtos sin malicia en su época de estudiante, siempre dejándose conquistar para después ser abandonado sin rencor. Cuando Aymeric se reencuentra con Florence, una excompañera de trabajo embarazada de seis meses de un hombre que no ha querido dejar a su familia por ella, se inicia una relación, y ese padre adoptado que es Aymeric se convierte en el hombre que ha criado al pequeño, pero cuando el padre biológico aparece con sus traumas a cuestas todo cambia, hasta el punto de la separación.
Lo bueno de esta adaptación de la novela escrita por Pierric Bailly es que se centra en el personaje de Aymeric, en sus sentimientos rotos y en su camino a seguir, ya que la historia abarca más de dos décadas y una voz en off se encarga de contarnos las situaciones vividas, el sentimiento de vacío en un ser bueno, sin maldad, tranquilo, que va adivinando la realidad de las cosas, incluso la mentira como excusa de unos progenitores para que Jim olvide aquel primer padre, algo que el tiempo devuelve con los reencuentros que la vida a veces presenta para poner las cosas en su justo lugar.Los hermanos Arnaud y Jean Marie Larrieu dirigen La historia de Jim utilizando la elipsis como vaso comunicante en la vida de un ser amante de tomar fotografías que en su mayoría no revela, como un mensaje en el negativo de las mismas para intuir, adivinar más que para descubrir. También hay una búsqueda en la película de encontrar la normalidad, que todo fluya junto a alguien que no le utilice sino que le comprenda.Se agradece la delicadeza con la que está contada esta película, sin brusquedades, sin excesivos requiebros ni enfrentamientos encarnizados de parejas desesperadas. Tan solo muestra heridas escondidas, incluso desencanto, pero no abusa de ello, no agita en exceso los sentimientos. Tal vez ahí radica su mayor virtud, buscar la calma incluso en la tormenta emocional de no ser, o no te dejaron ser quien pretendías, y aceptar que la vida sigue, sin más.