El paso del tiempo
Al visionar la película de Jia Zhangke A la deriva, y las imágenes de un país en permanente derribo y reconstrucción, de barrios mastodónticos en medio de un arisco paisaje, ese paso de gente por sus descuidadas y confusas calles, ese tono de documental que se imprime en ciertos momentos de la película donde lo antiguo se entremezcla con lo nuevo con desorganizado gusto, uno recuerda un tema musical sugestivo e hipnótico, Souvenir de Chine, incluido en el doble álbum Les Concerts en Chine de Jean Michel Jarre y publicado en 1982. El sonido de una cámara fotográfica y una música envolvente da la sensación de captar el alma de un país con tantos elementos, entre el progreso y el abandono, entre la tradición y el olvido. Esa también es la mirada admirable del veterano realizador Jia Zhangke, que advierte lo urbanístico y mastodóntico, como la mayor presa del mundo conocida como Las Tres Gargantas, que inundó toda una región, o los restos del pasado empobrecido, y esos turbios clubs nocturnos donde se baila sin control, o cuando las mujeres, a la menor oportunidad, cantan para ganar un poco de dinero para aliviar su situación de trabajadoras en paro.
Ante todo, A la deriva es una película de amor y de desamor. Es una historia que recorre varias décadas en la vida de dos personas, especialmente la de Qiaoqiao, una joven que irá tras el hombre que se marchó para buscar fortuna en otro lugar y que se irá transformando, rompiendo de un modo irremediable su vínculo emocional, incluso en el reencuentro, más de dos décadas después, cuando ya ella ni tiene ganas de querer ni de reconocerse como lo que fueron o pudieron ser.
La actriz Zhao Tao es para Jia Zhangke lo que ha sido Gong Li para Zhang Yimou, su musa. Por ello, en A la deriva, donde se incluyen escenas descartadas de películas anteriores, la imagen de Tao es la real. No hay maquillaje, muestra su juventud desde que comenzó a actuar junto a Zhangke décadas atrás, y en las partes rodadas en el 2024 luce los años transcurridos en esa magia que transmite la atmósfera de este trabajo que funciona como un sugestivo muestrario de lugares y seres.
Un compendio que se desarrolla desde el 2000 gracias a imágenes y formatos entre la ficción y el documental hasta los tiempos del Covid, del Tik Tok, de tiempos cambiantes que transitan por un país en continua transformación pero que, por ejemplo, rescata del olvido un gran cuadro de Mao abandonado. Lo viejo y lo nuevo, el amor y el paso del tiempo, que todo lo desvanece y lo reconstruye de un modo inevitable.