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Ya lo dijo Raymond Carver en su libro de relatos De qué hablamos cuando hablamos de amor: Es algo que debería hacer que nos avergoncemos cuando hablamos como si supiéramos de qué hablamos cuando hablamos de amor. El Hollywood de ahora, a base de encuentros fortuitos, recuerdos que retornan y relaciones que florecen, puede construir una historia romántica con algunos chispazos inteligentes, o algo así como una crítica a una sociedad materialista sin pasarse de rosca, pues lo que la cineasta Celine Song prioriza es una relación triangular que tiene vocación realista aunque se adorna de escenas relamidas y conversaciones más propias de “cursilandia” que de la vida real, la de a pie. El trío protagonista tiene gancho, eso es indudable, y el guion nos cuenta que Lucy es el personaje por el que todo gira a su alrededor. Es una casamentera profesional y muy valorada y estudia a sus clientes. Es una buena mediadora para lograr que se logren los objetivos y cumplir con el listón que marcan las aspiraciones de cada persona. En ese Nueva York por donde discurre la película, normalmente la lista de prioridades está al alcance de muy pocos, véase: alto, atractivo tirando a guapo, simpático, inteligente, seductor, detallista, con pelo y cuerpo moldeado por los dioses y, sobre todo, con un poderoso nivel adquisitivo. Porque, claro, por pedir que no quede.

Lucy conocerá lo que en su profesión se llama un unicornio, alguien que tiene la perfección a flor de piel, pero con algún secreto que otro, y al mismo tiempo, aparecerá aquel novio que tuvo, aspirante a actor sin suerte y sin dinero. Esas circunstancias marcarán el devenir de Materialistas, amén de algún toque dramático en torno a una de sus clientas que la hará reflexionar sobre su papel de celestina.

Todo en este segundo trabajo de la directora coreana canadiense establecida en EEUU Celine Song -que con la hermosa Vidas pasadas sorprendió a propios y extraños- es una apuesta por el romanticismo con gotas de mirada social, con un estilo que mira hacia lo clásico sobre las vueltas que da la vida, y con ella, el amor. Lo que sucede es que estas historias de ahora no son ni la mitad de valientes ni originales que aquellas que protagonizaban mujeres con carácter, determinadas y determinantes, como Bette Davis, Barbara Stanwyck, Gloria Grahame, Lauren Bacall o Ava Gardner, y por supuesto, Mae West, capaz de decirte a la cara: Llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme. Tan seductoras como inmorales, tan empoderadas todas ellas en el cine y en la vida. Ningún hombre les hacia sombra. Y a esos que en la película llaman unicornios, ahí os querría yo ver.

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