Un acto de conciencia
Esta bien podría ser una película donde aflorara la crueldad y se pusiera de manifiesto la impiedad de unos hechos que marcaron de un modo tan siniestro como de manipulación a la sociedad irlandesa durante muchas décadas.
Pero no es así pese a su fuerte carga dramática, porque esta película tiene como intención y destino, por un lado, esa mirada hacia la infausta memoria de los Asilos de las Magdalenas, también llamados Lavanderías de las Magdalenas, instituciones religiosas que acogían a mujeres “extraviadas” pero que hicieron de sus estrictas reglas verdaderas casas de tortura física y psicológica desde el siglo XVIII hasta finales del siglo XX y, por el otro, la parte en la que más se asienta esta historia, muy descriptiva en su personaje principal y en esa toma de conciencia que rompe con el silencio cómplice del entorno.
Small Things Like These -en castellano ‘Cosas pequeñas como esas’- tal vez carezca del vigor que impuso otra película sobre el tema firmada en 2002 por el actor y director Peter Mullan, Las hermanas de la Magdalena, una visión descarnada desde dentro de las atrocidades que cometieron esas servidoras de la Iglesia en sus conventos, un título más enérgico ya que se centraba en cuatro jóvenes que sufrieron todo tipo de abusos.
Small Things Like These, adaptación de una novela corta escrita por Claire Keegan llevada a la pantalla por Tim Mielants -director de la tercera temporada de la popular serie Peaky Blinders-, es mucho más contenida, trazando una historia personal ante una disyuntiva que lo enfrenta interiormente en el hecho de mirar hacia otro lado como hacen otros por temor a represalias o, por cierto punto de inhumanidad que va forjando la costumbre.
Esta es la historia de un hombre sencillo enmarcada en las vísperas de la Navidad de 1985. Un carbonero trabajador silencioso que reparte carbón para mantener a su mujer y a sus cinco hijas.
Bill Furlong vive en una pequeña localidad donde el silencio sobre un lugar que funciona con mano de hierro es un todo. Pero con lo que Bill ha pasado en la estrechez de su vida, y ante la posibilidad de tomar una decisión sobre la injusticia, sobre la ayuda que no se puede negar a un ser humano, cabe el hecho de arriesgarlo todo por dignidad.
La mirada melancólica y ese tono sosegado y contenido que el actor irlandés Cillian Murphy mantiene en todo momento le otorga a la película ese punto de veracidad, y ese ritmo lánguido es lo que da significación al hombre casi imperceptible que puede rebelarse ante el nivel de miseria moral que tan frecuente y tristemente nos rodea.